PARASHAT JAYÉ SARÁH

LA VIDA QUE CONTINUA

PARASHAT JAYÉ SARÁH

LA VIDA QUE CONTINUA

Si nos fijamos bien, hay algo bastante interesante en nuestra Parashá de la semana, Parashat Jayé Saráh. Y es que nuestra Parashá comienza hablando sobre el fallecimiento de Saráh Imenu, y a pesar de eso, la Toráh decidió nombrar a esta Parshá bajo el nombre de Jayé Saráh (la vida de Saráh) enves de llamarlo “La muerte de Saráh”. No es que la Toráh habló en esta Parashá un poco de la vida de Saráh y luego nos contó sobre su fallecimiento, sino que abrió contando sobre su muerte, lo cual claramente hace que uno pueda pensar que más adecuado hubiera sido llamar a la Parashá bajo el nombre de “Mot Saráh” (La muerte de Saráh) envés de “Jayé Saráh” (La vida de Saráh).

Sin embargo, cuando vemos la continuación de la Parashá, nos damos cuenta que a pesar de que el comienzo de la Parashá habla sobre la muerte física de Saráh, el resto de la Parashá habla sobre la continuación de Saráh después de su fallecimiento, es decir, habla sobre cómo el resto de su familia, su marido Avraham y su hijo Itzjak, se preocuparon de continuar su camino por este mundo, tal como vemos que Avraham se preocupó de buscar una mujer para Itzjak la cual pueda tomar el puesto de Saráh Imenu y sea una matriarca que continue su legado, tal como sabemos que lo hiso Rivká Imenu, que cuando ella ingreso a la tienda de Saráh Imenu volvieron a suceder los milagros que sucedían solamente mientras Saráh se encontraba ahí, que eran [1] una vela la cual permanecía encendida milagrosamente de un Shabat al otro, [2] Había una bendición especial en la masa que se preparaba, y [3] Había una nube la cual se estacionaba sobre la tienda de Saráh constantemente. Todo esto se fue al momento en que Saráh Imenu falleció, y volvió cuando Rivkáh Imenu ingresó a su tienda.

Es decir, vemos que si bien nuestra parashá comienza hablando sobre el fallecimiento de Saráh Imenu, el resto de la Parashá nos habla sobre la continuación de Saráh Imenu después del fallecimiento, después de que su cuerpo fue devuelto a la tierra y su alma fue devuelva Al Creador, tal como está escrito en Kohelet [12:7]: “Ve´yashov he´äfar äl ha´aretz ke´she´haya, ve´ha´ruaj tashuv el Ha´Elokim asher netanáh” (Y el polvo volverá a la tierra donde estaba (haciendo referencia al cuerpo de la persona que viene de la tierra), y el alma volverá donde Dios que fue Quien la entregó).

Esta no es la única parashá que habla sobre un fallecimiento y es llamada bajo un nombre de vida, sino que aparte de “Jayé Saráh” tenemos también Parashat “Va´Yejí” (y vivió), la cual habla sobre el fallecimiento de Yaäkov Avinu e igual así se la llamó bajo el nombre de “Va´Yejí” (y vivió). 

El motivo de esto rabotay, es por el hecho de que la Toráh nos quiere enseñar, algo lo cual a veces es difícil verlo, pero es sumamente importante saberlo y recordarlo constantemente, y eso es que la vida real de todos nosotros no es lo que estamos viviendo sobre este mundo, si no que la vida real recién comienza cuando dejamos este mundo. Tal como trae la mishnáh en Priké Avot [4:16]: “Rabi Yaäkov Omer: Ha´Ölam Ha´Zeh domeh le´frozdor bi´fne ha´ölam ha´ba.” (Rabi Yaäkov dice: Este mundo se parece a un pasillo antes del mundo por venir), “Hatken ätzmeja ba´frozdor, kedé she´tikanes la´traklin” (Prepárate a ti mismo en el pasillo para que puedas ingresar en el salón). Es decir, todo este mundo donde nos encontramos es solamente el pasillo para llegar al mundo por venir, y todo el propósito por el cual nos encontramos en este pasillo es para poder prepararnos e ingresar al lugar principal donde debemos llegar, que es el salón, o, mejor dicho, la vida eterna en el mundo por venir.

Por ende, el hecho que la Toráh nombre a las Parashiot donde fallecieron Saráh Imenu y Yaaäkov Avinu bajo el nombre de “Vida”, y no bajo el nombre de “Muerte”, es justamente por eso, ya que nosotros como pueblo sabemos que la vida real de cada uno comienza solamente cuando dejamos este mundo, y todo lo que vivimos, hacemos, y nos sucede en este mundo, es netamente un eslabón para poder llegar al mundo por venir. Por otro lado, a pesar de que una persona haya fallecido corporalmente y haya pasado al mundo por venir, igual así puede seguir sobre este mundo. ¿Cómo? La Guemará en Masejet Berajot [18] dice “Tzadikim be´mitatam nikraim jaiim” (Las personas justas y rectas cuando fallecen se los considera vivos). ¿Por qué? Dado que ese tipo de personas como los Tzadikim, una vez que fallecen, la gente por algún motivo los recuerda aún más, siguen sus caminos, cuidan su legado, y por sobre todo, se comienzan a enterar de cosas que hiso aquella persona lo cual no se lo sabía antes que falleciera. Es más, el hombre más sabio de la historia, Shelomó Ha´Melej, insinuó esto a través de lo que dice en Kohelet [7:1]: “Tov shem, mi´shemen tov” (Es mejor un buen nombre que un buen aceite). ¿Qué quiere decir esto? 

Si nos fijamos bien, cuando se derrama un aceite sobre la calle, ¿qué es lo que se hace? Todos sabemos que por ningún motivo se derrama agua para limpiarlo, dado que lo haría más peligroso aun, sino que lo que se debe hacer es verter tierra sobre el lugar donde se cayó el aceite y de esta forma la tierra anula el efecto del aceite impidiendo que salga hacia la superficie, sin importar que tan bueno sea el aceite, la tierra siempre logra apagarlo.

En cambio, si tomamos el caso de una persona, quien durante toda su vida se preocupó caminar por el camino recto y justo, como un Tzadik, nos daremos cuenta que a diferencia del aceite que muere con la tierra, con esta persona sucede todo lo contrario, solamente cuando fallece y vierten tierra sobre él, recién ahí es que su nombre comienza a surgir y elevarse revelándose el tipo de persona que era y las cosas que hiso durante su vida sin que nadie lo sepa. Es por eso que Shelomó Ha´Melej nos dice “Tov shem mi´shemen tov” (Es mejor un buen nombre que un buen aceite), ya que el mejor aceite del mundo, sin importar lo bueno que sea, se logra apagar con tierra, en cambio una persona con buen nombre, quien caminó de forma justa y recta sobre este mundo, a pesar de que haya dejado este mundo corporalmente hablando, espiritualmente hablando su nombre solamente comienza a nacer y a elevarse de verdad una vez que vertieron tierra sobre él, también manteniéndolo en vida.

Les quiero contar una historia que escuche esta semana, que nos puede mostrar o por lo menos permitir ver de forma tangible este concepto de cómo la vida comienza después de la muerte, y la conexión que se mantiene entre los que pasan al mundo por venir y este mundo.

En el día del atentado del 7 de octubre, gran parte de los afectados se encontraban en una fiesta en la naturaleza llamada Novah. Justo esta semana, tuve la visita de un amigo mío que me contó que un conocido suyo de la infancia fue uno de los jóvenes que fue asesinado por los terroristas en aquella fiesta.

Él me contó que este joven no era religioso ni nada, no cuidaba Toráh y mitzvot, o por lo menos eso era lo que todos pensaban, sin embargo, durante la Shiváh de este joven fallecido fue que se descubrió realmente quien era. El padre del joven contó durante la Shiváh que por motivos de la vida él con su hijo se habían distanciado un poco hace ya un par de meses, es decir, el contacto entre ellos no era tan seguido, por lo que tampoco sabía necesariamente donde se encontraba su hijo en cada día de la semana.

La noche del 7 de octubre, que fue la noche posterior al atentado, el padre se encontraba durmiendo en su cama cuando repentinamente su hijo se le apareció en el sueño, vestido de blanco, y con una Guemará de oro en su mano la cual irradiaba luz. El padre no entendía que era lo que estaba pasando, sin embargo, cuenta que el hijo le dijo algo en ese momento, le dijo: “Padre, por favor no se preocupen por mí, estoy en el mejor lugar que se podría estar, por favor no se preocupen por mí”, diciendo todo esto con una sonrisa en su cara, y luego de desvaneció. El padre no sabía que su hijo había estado en una fiesta el día anterior y que había sido asesinado en manos de los terroristas, sin embargo, al despertarse al día siguiente se enteró de la amarga noticia.

Durante la shiváh del joven, el primer día, el padre cuenta que vio a un joven con kipáh que se ve ortodoxo y le preguntó de dónde conocía a su hijo o a la familia, ya que no se recordaba que su hijo tuviera amigos religiosos. Y fue ahí que el padre recibió la gran sorpresa que le haría entender todo. Este joven le contó que su hijo había comenzado a estudiar con él Guemará hace un tiempo de forma semana, se habían conocido a través de un amigo en común, y su hijo solo de a poco se había ido metiendo más y más profundo en el estudio de la Toráh, a tal punto que cuando decidió ir a esa fiesta, lo hiso solamente con la condición de que pudiera llegar antes de Shabat y salir después de Shabat sin tener que profanarlo.

El padre no podía creer lo que estaba escuchando de la boca de ese joven ortodoxo, en ese momento se le habían abierto los ojos y había entendido retroactivamente todo lo que había sucedido en ese sueño del día Sábado por la noche. Su hijo tuvo una muerte que según la mayoría de las autoridades halajicas es un fallecimiento que se considera por “Kidush H´” (santificar el nombre de H´) y por ende recibe una porción única y especial en el mundo por venir. El hijo se preocupó de aparecerse en el sueño de su padre después de haber fallecido para contarle sobre donde se encontraba y dejarlo tranquilo, y del Cielo decidieron que apareciera de blanco y con una Guemará de oro en su mano, para que todos supieran el proceso de purificación al cual se había estado sometiendo ese joven antes de lograr dejar este mundo de una forma tan heroica como lo es morir por “Kidush H´” (santificando El Nombre De Dios).

Esta historia nos ayuda a ver como la vida comienza solamente después de este mundo, y cómo los fallecidos siguen teniendo conexión con los que aún estamos en mundo, a través de su memoria, y a través de sus acciones. 

Que seamos meritorios de sacar el máximo provecho a este pasillo en el cual nos encontramos, y logremos pronto bajar a Mashiaj Tzidkenu Bi´Meherá Be´Yamenu, amen.

Shabat Shalom u´m´Voraj.