PARASHAT HAZINU - YOM HA´KIPURIM

PEQUEÑO GRAN PASO

PARASHAT HAZINU – YOM HA´KIPURIM

UN PEQUEÑO GRAN PASO

En nuestra Parasháparashat Hazinu, la Toráh trae un verso que dice “Ki lo davar rek hu mikem” (Dado que no es algo vacío de ustedes). Nuestros sabios en el Talmud Yerushalmi [Pea 81:86] explican a través del Drash (una cara un poco más profunda de la Toráh) y separan este verso diciendo que si es que “Rek hu” (la persona está vacía), es decir que la persona se encuentra vacía de Toráh y Mitzvot, “mi´kem” (es de él), es decir, aquella persona tiene la responsabilidad de aquello.

Al leer esto, lógicamente nos surge una pregunta, y es que ¿cómo puede ser que la responsabilidad de no estar lleno de Toráh y Mitzvot recaiga sobre cada uno de nosotros? ¿Acaso no hay personas que nacen con una capacidad intelectual inferior, o que no tienen tantas habilidades como otros? Claramente hay. Entonces ¿cómo puede ser que una persona así sea responsable de estar vacía en Toráh y Mitzvot?

La respuesta que traen nuestros sabios para esto rabotay, es que en realidad si existe una responsabilidad de parte nuestra. ¿Por qué? Dado que no hay nada que se pueda interponer a la voluntad de una persona cuando quiere conseguir algo en su vida, tal como lo veremos más adelante con la historia que traeremos, y si una persona hace todo su esfuerzo por lograr su objetivo y reza como debe ser para poder llegar a ese objetivo, no hay forma de que no lo logre en este mundo, esa es una ley que trae la Guemará en Masejet Meguiláh [6b] donde dice: “Yagäta u´matzata taamen” (Te esforzaste y lo encontrarste, cree en ello dado que es real), “Yagäta ve´lo matzata, al taamen” (Te esforzaste y no lo encontraste, no lo creas dado que no es real), es decir, no existe una situación donde uno haya hecho realmente todo lo que puede por lograr algo en su vida y no lo logre al final. Parte de este esfuerzo, es rezar por aquello que tanto anhelamos en nuestra vida, pero no rezar como si fuera cualquier otro rezo, sino que rezar de una forma que rompa El Cielo. Quiere decir, que mientras no hayamos hecho todo lo que está en nuestras manos para poder lograr ese nivel y objetivo que tenemos en la vida, o ese cambio, significa que aún tenemos la responsabilidad absoluta en nuestras manos de porque no haber logrado aquello. 

Solamente para que entendamos cuál es la fuerza que puede tener el esfuerzo que invertimos en algo, y el rezo y el llanto que dirigimos hacia H´ Itbaraj a la hora de querer lograr algo que nos acerque más a Él, contaremos sobre 2 grandes que nos pueden enseñar sobre esto.

Se cuenta sobre Rabi Moshe Shik zt”l, conocido como el Maharm Shik, y quien cuando era joven su capacidad de retener la Toráh fue siempre super limitada. Había páginas de Guemará que a pesar de que unas cuantas personas la habían estudiado con él, igual así Rabi Shik no lograba acordarse de nada. Sin embargo, era tanto lo que Rabi Shik anhelaba poder adquirir el conocimiento de la Toráh y la cercanía Al Creador, que no paraba de repasar y repasar su estudio. Fue tanto lo que se esforzó e invirtió de sí mismo para lograr adquirir la Toráh, que llegó un momento en que decidieron Del Cielo abrirle los portones de la sabiduría, y hacerlo de una forma abismal.

Él comenzó a estudiar en la Yeshiváh del Jatam Sofer, donde en un comienzo no se consideraba como un alumno sobresaliente, sin embargo, al cabo de un tiempo, en menos de un año, pasó a ser el más experto de los alumnos de la Yeshiváh. Una vez le preguntaron al Maharam Shik cómo fue que lo hiso para poder llegar a ese nivel que llegó. Él contestó de forma muy genuina diciendo que no había ningún secreto tras todo esto, sino que era tanto lo que se había esforzado por su estudio, y son tantas las veces que volvió a repasar una y otra vez su estudio, quedándose noches completas inmerso en su estudio, que al final desde El Cielo El Creador tuvo misericordia por él y le adjudicó una memoria sobrenatural para adquirir todo el conocimiento de aquello por lo cual tanto se esforzó. 

Así también se cuenta sobre el Rambam, quien su padre, Rabi Maimon, en un comienzo no quería casarse. Una vez mientras dormía se le apareció un hombre en un sueño y le comandó que se case con la hija del carnicero que vivía en una ciudad cercana a la suya, sin embargo, Rabi Maimon no le prestaba atención al sueño, a pesar de que volvía una y otra vez. Finalmente, llegó un momento en que fue tanto lo que se repitió el sueño donde venía este hombre y le comandaba casarse con la hija del carnicero, que decidió hacerlo. Se casó con la mujer, y al cabo de un tiempo esta mujer dio a luz al Rambam, sin embargo, ella falleció en el parto.

Cuando el Rambam creció, le costaba mucho entender las cosas y no tenía muchas ganas de estudiar, y su padre lo castigaba muy duro por ello, hasta que llegó un punto en que su padre se dio por vencido y lo comenzó a llamar “Ben Ha´Katzav” (Hijo del carnicero), expulsándolo al cabo de un tiempo de su casa. El Rambam se dirigió a una Sinagoga que se encontraba en otra ciudad y ahí encontró un lugar cubierto donde poder quedarse. Cuando todos se iban, él se dirigía a un cuarto escondido que había ahí y pasaba la noche, repitiendo esto una y otra vez. Durante una de esas noches solitarias, el Rambam se dirigió al Heijal con el corazón absolutamente roto, y comenzó a derramar lágrimas y lágrimas pidiendo una sola cosa. Le suplicaba Al Creador que por favor le abriera su corazón y su mente para poder estudiar y adquirir la Toráh. Nunca antes había pedido algo así, y nunca antes se había quebrado tanto de corazón como para llorar a ese nivel, sin embargo, le había nacido del corazón. Mientras se encontraba suplicando agotado emocionalmente y físicamente, repentinamente se quedó dormido.

Cuenta el Rambam que desde el momento en que se despertó de ese sueño, ya sintió que era un hombre distinto, sintió cómo había recibido una fuerza y amor especial desde El Cielo por el estudio de la Toráh. Inmediatamente decidió dirigirse a la Yeshiváh que fue fundada por Rabi Itzjak Alfasi(conocido como el Rif), y en ese tiempo se encontraba como Rosh Yeshiváh Rabi Yosef Ibn Mi´Gash, y ahí se quedó el Rambam estudiando hasta que logró llegar a un nivel muy alto de conocimiento de Toráh.

Mientras aún era joven, pero ya con un gran conocimiento, el Rambam volvió a su ciudad natal Cordoba, en España. Sin embargo, no le contó a nadie de que había vuelto, y en cambio se inmerso dentro de la Sinagoga de la ciudad donde se quedó estudiando.

Llegó el día de Shabat, y el joven Rambam se subió a la tarima a dar unas palabras de Toráh frente a toda la congregación, lo cual dejó de boca abierta a todos los que se encontraban presentes en el lugar, incluyendo a su padre Rabi Maimon y el resto de los miembros de su casa, todos recibieron al Rambam con una muy buena cara y bienvenida después de haber visto el tipo de hombre en el que se había convertido. 

El Rambam tuvo una vida muy dura después, nada le fue fácil, cuando llegó a Egipto su hermano se comprometió en mantenerlo a él y a toda su familia con tal de que el Rambam pudiera dedicarse al estudio de la Toráh, sin embargo, al cabo de un tiempo corto el hermano del Rambam falleció, y no le quedó otra opción al Rambam que tener que salir a trabajar para poder mantener a su familia. Trabajaba todo el día como doctor en Egipto, y en las noches estudiaba.

Diez años fueron los que se sentó el Rambam en su casa durante las noches sin darse por vencido, no importaba lo cansado que llegará del trabajo, igual así se sentaba a estudiar y a escribir, hasta que finalmente terminó su famosa obra famosa llamada “Mishne Toráh”. El Rambam mismo contó antes de su fallecimiento, que cuando terminó de componer su famosa obra de “Mishné Toráh”, se le apareció su padre en un sueño y al lado del padre se encontraba otro hombre. El padre le dijo al Rambam en el sueño, “he aquí al lado mío el gran Moshé Rabenu”, y el Rambam casi se desmayó del susto, pero Moshé Rabenu le dijo: “tranquilo, vine a ver la obra que compusiste”, y cuando la vio, le dijo “Yishar Cojejá” (Felicitaciones por lo que hiciste).

Cuando el Rambam falleció, todo Egipto lo lloró durante 3 días, tanto los yehudim como los que no eran yehudim, era un hombre muy querido y respetado. En el séptimo día de su fallecimiento, llegó esta noticia a Alexandria y a Yerushalaim donde le hicieron un gran honor y “hesped”. Al cabo de unos días un grupo de hombres se propuso como misión subir el cuerpo del Rambam a la tierra de Israel para enterrarlo ahí, pero en el camino fueron atacados por una banda de delincuentes quienes trataron de arrojar el ataúd del Rambam al mar. Por mucho que lo intentaron, no lo lograron, y fue ahí que entendieron que se trataba de un hombre Kadosh el que venía dentro de ese ataúd, llegando finalmente a la tierra de Israel donde fue enterrado.

Rabotay, aquí tenemos dos ejemplos claros de lo que se puede lograr cuando uno realmente quiere algo, tan solo ver como el Rambam pasó de ser un joven sin gana de nada y que lo echaron de la casa, a ser una de las almas más importantes que hemos tenido en el pueblo. Todos tenemos (o por lo menos debiéramos tener) aspiraciones espirituales, aspiraciones de crecer en nuestro estudio de Toráh, y aspiraciones de abandonar conductas que sabemos que nos dejan estancados en nuestra vida y no nos aportan en nuestro avance espiritual. Sin embargo, hay solamente una cosa que depende de nosotros y es parte de nuestra responsabilidad, y eso es hacer nuestro máximo esfuerzo para alcanzarlo, y por sobre todo rezar por ello, dado que hagamos lo que hagamos igual el resultado va a depender de , tal como lo trae la Guemará en Masejet Kidushin [30b]: “Ilmale Ha´Kadosh Baruj Hu Özró Lo, einó yejol lo” (Si es que no es porque Ha´Kadosh Baruj Hu ayuda a la persona a dejar ese mal camino, o alcanzar ese nivel de sabiduría, la persona no podría por sí solo), pero no quiere decir que nosotros no tenemos responsabilidad sobre ello, al contrario, nosotros somos los que debemos abrir en acción para qué Ha´Kadosh Baruj Hu nos de la mano.

Estamos a tan solo un par de días de un gran día, el día de Yom Ha´Kipurim. En estos días, tenemos una ayuda especial Del Cielo para acércanos Al Creador tomando decisiones de avance, ya que nos está esperando de brazos abiertos para que volvamos hacia Él. No se requiere tomar decisiones grandes, o numerosas decisiones, las cuales no estemos seguros que podamos cumplir durante todo el año, sino que cada uno de nosotros debiera concentrarse en una sola cosa que le gustaría mejorar este año, algo que sea posible poder cuidarlo, y proponernos hacer todo lo que nos incumbe a nosotros para lograrlo, después de eso con seguridad H´ nos ayudará a tener éxito.

Shabat Shalom y Gmar Jatimá Továh para todos, y gracias a todos.