EL FARAÓN DENTRO DE NOSOTROS

PESAJ

EL FARAÓN EN CADA UNO DE NOSOTROS

Toda persona quien presta un poco de atención respecto a lo que sucedió en Egipto, y las plagas que trajo Ha´Kadosh Baruj Hu sobre el faraón y los egipcios, inmediatamente le surgen preguntas sobre un fenómeno que es tan raro que llega a verse absurdo.

Ha´Kadosh Baruj Hu se reveló frente al faraón con plagas y acontecimientos absolutamente increíbles - fuera de cualquier marco conocido de la naturaleza, sin embargo, a pesar de todo esto, el faraón envés de rendirse y liberar al pueblo, por algún motivo estuvo dispuesto a aguantar un golpe tras otro con tal de no tener que liberar a Äm Israel de Egipto. Sobre esto Rav Leiv Jasman zt”l escribe en su libro “Or Yahel”, que si es que podríamos hablar con el faraón, le preguntaríamos: “Faraón, ¿Por qué no liberas a este pueblo? ¿Cómo puede ser que recibas un golpe tras otro, tu pueblo sufre de forma absurda, y todo esto no te importa? ¿Pero si Moshé está pidiendo solamente salir tres días al desierto, qué tanto te cuesta hacerlo como para seguir negandote a eso?”

“Si es que hubieras visto que Moshé no cumple lo que dice, te lo creo, sin embargo, fíjate bien, él dice una fecha específica donde sucederán los acontecimientos ¡y se cumple, siempre sucede exactamente al momento y de la forma que lo dijo! Entonces, ¿por qué no escuchas lo que te dice?”

La respuesta para esto la explica Rav Leiv basándose en las palabras que le escribió el Rambam zt”l  a su hijo en una carta. La Guemará en Masejet Kidushin [20a] trae en nombre de Rabi Yosi bar Janina cuales son las cosas que le suceden a una persona quien hace negocios con frutos que crecieron en el séptimo año de Shemitá, lo cual sabemos que es un año en el cual no se puede trabajar la tierra, teniendo que dejarla descansar, y sus frutos poseen una santidad quedando prohibido comercializarlos, y solamente estando permitido comerlos. Y trae ahí Rabi Yosi, que una persona la cual pasa por sobre esto, y comercializa los frutos a pesar de todo esto, primero termina vendiendo sus bienes muebles. Luego, si es que aun no se arrepiente y sigue haciéndolo, termina vendiendo sus campos. Luego, si es que aún no se arrepiente y sigue haciéndolo, termina vendiendo su casa. Luego, si es que aún no se arrepiente y sigue haciéndolo, termina pidiendo prestado dinero con intereses. Y luego, finalmente si es que aún no se arrepiente y sigue haciéndolo, termina vendiéndose a sí mismo.

Con estas palabras nuestros sabios nos explican que es lo que sucede con una persona la cual tiene campos y comercia los frutos que le crecieron en el séptimo año de la Shemitá, a pesar de que la Toráh lo prohibió y comandó que esos frutos se los conviertan en “Hefker” (carentes de dueño). Es decir, si lo pudiéramos llevar a un ejemplo actual, una persona que pasa por sobre el comando de la Toráh y comercializa sus frutos de Shemitá,  producto de lo que hace, perfectamente le puede suceder que al cabo de un tiempo corto pierda millones en la bolsa. Y sus amigos, al ver lo que le pasó, le dicen: “Oye! ¡Te dijimos que no conviene comerciar los frutos de Shemitá! ¿Viste lo que te paso? ¡Perdiste millones!”, sin embargo, él les dice a sus amigos: “¡Qué tiene que ver! El hecho de que haya perdido dinero en la bolsa no tiene nada que ver con el hecho de que yo haga negocios con los frutos de Shemitá. Perdí dinero en la bolsa por el simple hecho de que no invertí en la acción correcta, pero no más que eso! Próxima vez invertiré mejor…” 

“Bueno” le dicen sus amigos, “Si sigues haciendo lo mismo ya verás que vas a perder incluso las casa que compraste como inversión”. “Qué!? ¿Cómo siquiera pueden decir algo así? ¡Mis casas son la inversión más segura que hay! Esas seis casas están todas arrendadas hace tiempo y son un ingreso seguro que me llega cada mes y mes. No entiendo como ustedes pueden hablar tantas tonteras”.

Transcurre un tiempo corto, y llega un conocido de este hombre y le dice: “¿¡Escuchaste la última!? Hay un terreno de 30 hectáreas agrícola que se está vendiendo en 30 mil dólares la hectárea, sin embargo, van a cambiar ahí el plan regulador para construir viviendas y subirá al triple cada hectárea! ¿Quieres comprarlo? Te puedo ayudar a conseguirlo!” le dice el amigo. Sin embargo, el hombre le contesta que perdió mucho dinero en la bolsa, por lo que tiene que pensar de donde pude traer el dinero para hacer ese negocio. Y es ahí que se le ocurre vender sus seis casas para comprar el terreno y triplicar su dinero en cosa de meses una vez que se cambie el plan regulador.

Así lo hace, vende las casas, y compra las 30 hectáreas de terreno agrícola. Sin embargo, al cabo de un tiempo, le informan que un grupo de agrícolas presentó una demanda contra el cambio del plan regulador, demandando que ese cambio iba a afectar la zona agrícola, y para su desgracia la corte de juicio decretó el veredicto a favor de los agrícolas prohibiendo que se vaya a cambiar el plan regulador de la zona, con el fin de poder proteger el rubro agrícola. ¿Qué generó esto? Generó que el hombre perdiera sus casas y se quede con un terreno de 30 hectáreas agrícola el cual nadie lo quería comprar.

Los amigos de este hombre le dijeron: “¿¡Acaso no te dijimos!? ¡Para qué sigues comercializando los frutos de Shemitáh! ¿Quieres perder todo?". Sin embargo, el hombre sigue en la suya, y les dice “¡Ufffff! ¿Acaso ustedes siguen con sus tonteras? ¿No entienden que no hay ningún tipo de conexión entre una cosa y la otra? Esta vez simplemente invertí en un mal lugar, no es más que eso.”

Sobre este tipo de hombre nos dicen nuestros sabios que, terminará vendiendo sus pertenencias, luego sus campos, luego su casa, y finalmente se venderá a sí mismo, e igual así seguirá comercializando sus frutos de Shemitá de forma prohibida, y todo esto para enseñarnos lo difícil y duro que es dejar de comercializar los frutos de la Shemitá.

Continua Rav Leiv Jasman, y nos dice que en realidad, no hay nada tan increíble en la actitud que tuvo el faraón en Egipto, ya que es muy parecida a la actitud que tuvo este hombre que comercializaba frutos de Shemitá. No solamente el faraón estaba dispuesto a recibir un golpe tras otro, sino que hay muchas personas que tienen su propio faraón inculcado dentro de ellos, él cual les dice: “¡Continua haciendo lo que estas haciendo! ¡No te preocupes! Si es que te sucede algo, quédate tranquilo, aquello que te esta pasando o esta por pasar no tiene nada que ver con tus acciones, aunque sabes que están mal, en realidad esta todo bien.” Y así ese faraón pequeño que tiene la persona dentro suyo logra sobreponer su voz por sobre la voz de la cordura y la racionalidad real, llevando a la persona por un camino que termina siendo catastrófico, algunas veces desgraciadamente a lugares que no tienen vuelta atrás.

El faraón de Egipto no es un ente del pasado rabotay, es un ente del presente. El faraón es un personaje que cada uno de nosotros lo tiene dentro, y que nos intenta mantener en ciertos caminos que sabemos que están incorrectos, pero igual así ocupamos todo tipos de estrategia para convencernos que no está tan mal, y que podemos continuar haciendo lo que hacemos sin que nos suceda nada, teniendo absoluta convicción que los sucesos que nos acontecen en nuestra vida, no tienen nada que ver con ese mal camino por el cual estamos caminando. Sin embargo, la verdad no es esa, la verdad es que estamos siendo llevados por una fuerza que no es correcta, y ese es justamente el trabajo que tenemos este Pesaj: “Sacar el Faraón que hay dentro de nosotros”, y entender algo sumamente importante: Nuestro Padre arriba sabe exactamente como hablar con cada uno de nosotros y cual va a ser el primer pensamiento que se nos vendrá a la cabeza cuando sucede algo, por ende, cuando nos sucede algo lo cual nos hace pensar y recapacitar sobre algo incorrecto que estamos haciendo, quiere decir que ese suceso llegó para mandarnos un mensaje justamente sobre eso, y debemos saber despertar y generar los cambios.

Shabat Shalom u´m´voraj y Pesaj Kasher ve´Sameaj.