DONDE Y CÓMO DEPOSITAMOS NUESTRA CONFIANZA
DONDE Y CÓMO DEPOSITAMOS NUESTRA CONFIANZA
En nuestra Parashá, Parashat Ytró, la Toráh nos nombra los diez mandamientos. Dentro de los diez mandamientos, la Toráh puso como primer y segundo mandamiento: “Anojí H´ Elokeja … Lo yihie leja Elokim ajerim äl Panai” (Yo soy H´ tu Ds … no tendrás otros Dioses fuera de Mi).
En estos dos mandamientos, El Creador nos comanda tener absoluta confianza y entendimiento que solamente Él es El Todopoderoso, y que por ningún motivo debemos pensar en dirigirnos a otra fuente de poder, como dioses vanos, teniendo ilusiones de que nuestra salvación vendrá de ahí.
Este tipo de confianza y entendimiento obviamente crea dentro de nuestro corazón una dependencia absoluta en H´ Itbaraj, eliminando cualquier tipo de esperanza depositada en factores externos que no son El Creador Mismo. El hecho de poder llegar a este nivel de confianza y seguridad en Ha´Kadosh Baruj Hu, donde entendemos que solamente Él es quien puede traernos nuestra salvación, justamente eso es lo que finalmente causa que llegue la salvación.
En el libro Meorot Ha´Guedolim aparece una historia muy interesante que la contó el Saba Mi´Novardok para entender el mensaje tras estos dos madamientos.
Había un yehudí muy pobre y necesitado, que escuchó sobre un yehudí muy rico que vivía en Frankfurt, un hombre tenía un corazón enorme, con una mano dispuesta a ayudar a toda persona quien lo necesite de verdad, y su nombre era Rotschild. Este hombre pobre, decidió abandonar su ciudad y emprender rumbo a Frankfurt para pedir ayuda de este hombre, sin embargo, tenía un problema, y es que no tenía un centavo para poder pagar el viaje hacia Frankfurt, por lo que no le quedó otra opción que irse caminando. A lo largo del camino, no llevaba ni siquiera la mitad de su camino y ya se le había acabado la poca comida que traía consigo, y con las fuerzas que le quedaban siguió avanzando en ayuna hasta que finalmente llegó a Frankfurt. Sin embargo, de tanto cansancio y fatiga, se desmayó en la entrada de la casa de Rotschild sin siquiera poder llegar a tocar la puerta.
Por suerte, justo uno de los sirvientes de Roschild llegó a la casa y lo vio tirado sin conciencia en la entrada de la casa. Inmediatamente llamó a que vengan a ayudarlo, causando conmoción en el lugar, y esto llamó la atención incluso de Rotschild mismo, quien asistió al lugar para ver cómo se encontraba el hombre.
Cuando el hombre volvió a estar consiente, Rotschild le preguntó qué era lo que lo había traído hasta acá, y cómo podía ayudarlo. El hombre le contestó que en realidad venía de un lugar bastante lejano, y que había escuchado que él ayudaba a los yehudim, por ende, había decidido venir a visitarlo para pedir su ayuda, y le pedía disculpas por haberse desmayado en la mitad de la entrada de su casa, solo que no se imagina cuanto había tenido que caminar en ayuna, y venía exhausto.
La historia de la aventura de este hombre conmovió a Rotschild, y en el lugar le entregó a este hombre pobre un monto de dinero muy digno, suficiente para volver a su ciudad y comenzar un negocio propio el cual lo ayudó luego a levantarse y poder vivir muy dignamente.
Uno de los habitantes de esta ciudad donde vivía el hombre que recibió la ayuda de Rotschild, escuchó sobre todo esto, y decidió que él también iría a Frankfurt donde Rotschild para pedirle ayuda. Por lo que juntó comida para el camino, y emprendió rumbo. Sin embargo, este hombre actuó diferente al primer hombre que visitó Rotschild, ya que se dijo a sí mismo: “Es verdad que Rotschild me va a dar dinero, pero si ya estoy pasando por distintas ciudades en todo este camino de que debo recorrer hasta llegar a Frankfurt, entonces ¿Qué pierdo con también ir recolectando unas monedas en el camino? Con seguridad no me harán mal.”
Orgulloso de su sabiduría, así se condujo, mientras se dirigía a Frankfurt, iba recolectando dinero de cada uno que se topaba en el camino. Cuando llegó a Frankfurt, pidió una reunión con el Baron Rotschild y le pidió ayuda monetaria, al igual que su vecino. Su plan iba avanzando de maravilla.
Rotschild escuchó la petición de este hombre, y luego sacó un dinero que tenía en su bolsillo y se lo dio en la mano.
El hombre miró el dinero que se le había puesto en la mano, y no creía que lo que estaba viendo, no sabía que decir. Rotschild detectó que este hombre estaba actuando un poco raro, por lo que le dijo: “¿Qué pasa? ¿Otro centavo más? ¿Otros diez? ¿Cuál es el problema?”.
“Ese no es el problema…” dijo el hombre, “solo que mi vecino te visitó hace un tiempo y yo vi como él volvió con un monto de dinero mucho más grande que lo que yo recibí hoy, ¡incluso pudo abrir una tienda con ello y hoy en día se mantiene de eso! Por ende, mi pregunta es ¿En qué soy yo peor que él como para no recibir lo mismo?”
Rotschild miró a este hombre y le dijo: “¿De verdad crees que se puede comparar un caso con el otro? Él yehudí del cual estás hablando, tu vecino, se dirigió solamente hacia mi y por si no lo sabias depositó toda su confianza en mí, a tal punto que cuando llegó a mi casa, no alcanzo ni a tocar la puerta y se desmayó en la entrada por no haber comido nada en el camino al no haber dedicado un segundo de su tiempo para pedir ayuda de otros. Una persona así, la cual deposita toda su confianza solamente en mí, ¿Qué crees tu? ¡estoy obligado en ayudarlo! En cambio tu, no viniste solamente donde mí, ni tampoco depositaste toda tu confianza solamente en mí, sino que se puede ver claramente como fuiste recibiendo en el camino todo lo que se te fue presentando en tu mano, y seguramente después de que salgas de acá harás lo mismo en tu camino de vuelta. Por ende, respecto a una persona la cual junta dinero de todos, mi ayuda es como la de todos, es decir, una ayuda parcial para la causa solamente …”
Eso es lo que dijo el Saba Mi´Novardok respecto a los dos primeros mandamientos que nos entregó El Creador. Cuando H´ nos dice “Anoji H´ Elokeja” (Yo soy H´ tu Ds), nos está diciendo en otras palabras que Él quiere que entendamos que Él es nuestro Ds. Pero no solamente eso, sino que “Lo yihihe leja Elokim ajerim äl panai” (No tendrás otros dioses fuera de Mi), es decir, no tendrás ninguna otra fuente en la cual depositar tu confianza, fuera de Mi. Y para poder materializarlo aún más, podemos analizar una halajá.
Si nos fijamos bien, hay una halajá muy interesante respecto a la Tefiláh. Nosotros sabemos, que el rezo de la Ämidáh se lo debe rezar estando parado, y no sentado (a menos de que se trate de un caso de fuerza mayor, que en ese caso si se lo permite), así fue decretado para la halaja por Maran Ha´Shuljan Aruj [siman 94, seif 8] que cuando una persona reza la Ämidáh no se debe apoyar en nada, no en un poste ni tampoco en su compañero. Y sobre esto la Mishnáh Beruráh [seif katan 22] nos explica qué es lo que se considera estar parado y que es lo que no se considera estar parado lo cual eventualmente invalida el rezo y hace que la persona tenga que volver a rezar, siendo lo siguiente.
Si es que al momento de la Ämidáh la persona se encuentra apoyada en algo, ya sea una mesa, un muro, lo que sea, de tal forma que si es que le sacaran ese apoyo la persona se caería, resulta que aquello no se considera estar parado, y por ende el rezo de la Ämidáh es invalido teniendo que volver a rezar. Sin embargo, si es que la persona está apoyada en una mesa, o un muro, o lo que sea, de tal forma que incluso si es que le sacaran aquel apoyo, la persona seguiría estando parada sin caerse, en ese caso se considera que la persona está parada y por ende su rezo es válido. De todas formas, la mejor forma de rezar, lo más lejatejiláh, es no apoyarse en absolutamente nada.
Cuando uno lee esto, a simple vista uno piensa que la halajá nos está queriendo enseñar acá que es lo que se considera estar parado, para saber cuándo el rezo es válido por considerarse que la persona esta parada y cuando no. Sin embargo, rabotay, hay algo mucho más profundo que se nos está enseñando acá.
Acá se nos está enseñando la forma correcta y valida de rezarle a nuestro Creador. Si es que una persona deposita su confianza en El Creador y también en algo secundario, como por ejemplo un amigo, un conocido, un doctor, un contacto, su dinero, etc, pensando que la salvación que requiere llegará de alguna de esas dos fuentes, entonces es sumamente importante ver de qué forma se está apoyando en cada una de las fuentes. Es decir, si es que la persona se apoya en ese ente secundario de tal forma que si es que le sacara a ese apoyo, entonces la persona siente que se va a caer y que no hay por donde llegue su salvación, entonces aquella persona tiene que saber que su rezo es absolutamente invalido, es decir, su forma de vivir y ver las cosas está completamente invalida, tiene demasiada confianza depositada en cosas que no tienen valor ni decisión sobre su salvación. En cambio, si es si es que la persona se apoya en dos fuentes, tanto en Ha´Kadosh Baruj Hu como también en ese ente secundario, pero lo hace de tal forma que incluso si es que le sacaran ese apoyo secundario sobre el cual se apoya igual así la persona no se caería y no sentiría que se va a derrumbar, entonces por el hecho de que esto muestra que su apoyo principal es en Ha´Kadosh Baruj Hu, entendiendo que Él es quien le traerá su salvación, entonces su rezo sigue siendo válido, a pesar de que también se apoye algo secundario durante su rezo como otra fuente posible de ayuda. Pero lo mejor de todo rabotay, es lo que nos dice la halajá que es lo más lejatejiláh, es decir, rezar parado absolutamente sin apoyarse en nada. Rezar y entender de que no hay nadie más que Ha´Kadosh Baruj Hu en este mundo “En öd milevadó”, y tener absolutamente claro que solamente Él es nuestra salvación y solamente Él es el único apoyo que necesitamos.
“Baruj ha´guever asher ivtaj ba´H´, ve´haya H´ mivtajó” (Bendita la persona quien deposite su confianza en H´, y H´ sea su seguridad).
Besorot Tovot.
Shabat Shalom u´M´Voraj.