PARASHAT VAERÁ 5783

CON QUIÉN DEBO SER AGRADECIDO

CON QUIÉN SE DEBE SER AGRADECIDO

En nuestra Parashá, Parashat Vaerá, vemos un verso que claramente despierta cuestionamiento. La Toráh nos dice que Ha´Kadosh Baruj Hu le dijo a Moshé [Shemot 7:19]: “Emor el Aharon: Kaj matejá u´n´te yadeja äl meimé Mitzraim” (Dile a Aharon: “Toma tu bastón y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto”), es decir, en otras palabras le dice a Moshé que envíe a Aharon para que él sea quien realice la primera plaga, la plaga de sangre, y no solamente esto, sino que también la segunda plaga, la plaga de las ranas, Moshé también le dijo a Aharon que la haga, y no fue Moshe Rabenu quien la hiso. Y la pregunta es ¿por qué? ¿Qué fue lo que sucedió como para que Moshe Rabenu - el hombre quien estuvo a cargo de generar todas las plagas en Egipto, haya decidido hacerse a un lado y no ser el protagonista de las dos primeras plagas, enviando a su hermano Aharon en cambio?

Explica Rashi: “Lefi she´heguen ha´Yior äl Moshé ke´she´nishlaj le´tojó” (Por el hecho de que el rio protegió a Moshé cuando fue puesto dentro de él en una canasta recién nacido) “lefijaj lo laká äl yadó, lo ba´dam ve´lo ba´tzefardeïm, ve´laka äl yede Aharon” (Es por eso que el rio no fue golpeado con aquellas plagas en manos de Moshé, ni en la plaga de sangre ni tampoco en la plaga de ranas, sino que fue golpeado por Aharon).

La mayoría de los comentaristas preguntan acá sobre ¿Qué tipo de actitud es esta por parte de Moshé Rabenu? ¿Acaso el rio, lo cual es un “Domem” y no tiene sentimientos, va a ser capaz de verse afectado por el hecho de que Moshé Rabenu lo golpeó con una plaga? Todos entendemos, que, al rio no le importa y no le va a afectar sentimentalmente quien lo golpea, o como lo golpean, ya que el rio es un “Domem” y no tiene sentimientos. Sin embargo, veremos hoy, que de esta actitud que tuvo Moshé Rabenu podemos aprender un elemento sumamente importante para la vida. Un elemento que lo vemos presente en la Toráh no solamente respecto a esta cualidad, sino que respecto a todas las cualidades importantes que debiéramos trabajar por adquirir.

El elemento que nos enseña acá Moshé Rabenu, es que no importa quien, o qué es lo que tenga en frente mío ahora, puede ser una persona, o puede ser algo material, no importa, si es que aquello que tengo en frente mío es algo que de alguna u otra forma me ayudó en la vida, o me beneficie de aquello en algún momento, por ningún motivo voy a devolverle una conducta mal agradecida. Es decir, es verdad que el rio no iba a sentir nada si es que Moshé iba y lo golpeaba con una plaga, sin embargo, por el simple hecho de que aquel rio lo ayudó a salvarse hace 80 años atrás cuando él era un recién nacido, eso ya era suficiente como para que Moshé decida tomar un paso al lado y no ser él quien golpee el rio con la plaga de sangre y de ranas, sino que su hermano Aharon. Este elemento lo trae la Guemará en Masejet Baba Kama [92b], donde dice “Bira de´shatit miné – la tashdi beh kala” (Si tomaste agua de un pozo – no le arrojes polvo), transmitiendo exactamente el mismo elemento, donde vemos que a pesar que se trata de un pozo que es un domem y no siente nada, igual así la Guemará nos transmite la importancia de saber tener “Hacarat Ha´Tov” y ser suficientemente agradecidos como para no hacer algo que lo perjudique al pozo, como sería arrojarle polvo.

¿Qué importancia tiene el actuar así? ¿Acaso no es mejor concentrarse en ser agradecido solamente con las personas que sabemos que tienen sentimientos y que les puede afectar un acto de mal agradecimiento, y no gastar energías en ser agradecidos con los ríos, o los pozos, o todo objeto el cual sea un Domem y no posee ningún tipo de sentimiento como pera verse afectado producto de un acto mal agradecido?

La respuesta para esto Rabotay, la trae Rav Dessler. Él explica que el trabajo de una cualidad, si es que de verdad se la quiere adquirir aquella cualidad, debe ser un trabajo constante, un trabajo que no depende del tiempo, o del lugar, o del caso. ¿Por qué? Ya que la única forma de poder obtener una cualidad especifica, es acostumbrarse a esa cualidad. Es decir, por ejemplo, si tomáramos como ejemplo la cualidad de saber ser agradecido, entonces la única forma de poder lograr y adquirir de verdad aquella cualidad, es a través de que la persona actúe con agradecimiento hacia absolutamente todo lo que lo rodea, no solamente hacia las personas o los seres vivos, sino que incluso agradecido hacia todo aquello material que de alguna u otra forma le haya ayudado en su vida.

Si una persona piensa que puede actuar de forma mal agradecida con ciertas cosas que lo rodean y que si lo ayudaron en la vida de alguna u otra forma - ya sea un ser vivo o un objeto, y por otro lado saber actuar de forma agradecida con un cierto grupo de personas, quizás más cercanas, o más queridas, aquella persona tiene que saber que está absolutamente equivocado y va a fracasar en ambo. El simple hecho de que una persona no actúe de forma agradecida en todas las áreas de su vida, incluso con los objetos y lo material, teniendo a veces actitudes mal agradecidas, y otras veces actitudes agradecidas, desgraciadamente aquello causa que esa persona eventualmente vaya a tropezar y caer en actuar de forma mal agradecida incluso con aquellas personas las cuales si tienen sentimientos y que de verdad les debe un agradecimiento. Es por esto, que viene la Toráh y nos enseña este elemento tan importante que vemos en la actitud de Moshé Rabenu, y es que no importa quién o que es lo que tenga en frente nuestro, puede ser una persona, o puede ser algo material, no importa, si es que aquello que tenemos en frente nuestro es algo que de alguna u otra forma nos ayudó en la vida, o nos beneficiamos de aquello en algún momento, debemos saber actuar de forma agradecida si es que deseamos saber ser realmente agradecidos cuando de verdad se necesita.

Muchos se han dado cuenta, que al momento en que se hace el Kidush sobre el vino, se acostumbra cubrir el pan que está sobre la mesa. Esto es una halajá que la trae Maran Ha´Shuljan Aruj [siman 291, seif 9]. ¿Por qué se hace esto? Existen unos cuantos motivos para esta costumbre, pero una de ellas, la trae el Tur en nombre del Talmud Yerushalmi, donde aparece que el motivo por el que se cubre el pan al momento del Kidush es para que “She´lo iré ha´pat boshtó” (Para que el pan no vea su vergüenza). Es decir, por el hecho de que sabemos que, en cuanto al orden de las bendiciones, la bendición del pan viene antes que la bendición del vino por motivos de importancia, resulta que al recitar el Kidush sobre el vino y no sobre el pan, estaríamos generándole una vergüenza al pan, y es por esto que nuestros sabios establecieron que cubramos el pan al momento del Kidush de tal forma que no vea su vergüenza.

Y acá uno nuevamente se pregunta, ¡¿Acaso el pan siente vergüenza!? ¡Obvio que no! Entonces ¿Qué tanto importa si el pan está cubierto o no está cubierto al momento del Kidush? Importa, claro que importa, ya que la acción de preocuparnos y considerar la vergüenza del pan al momento del Kidush, en realidad es a nosotros a quien nos aporta como personas, para que de la misma forma que acá tomamos en consideración la vergüenza del pan, así mismo podamos entender y acostumbrarnos a siempre tomar en consideración la vergüenza que le podemos generar al resto antes de hacer algo, y la única forma de adquirir y crecer en esta cualidad, es a través de que incluso con el pan nos preocupemos de no avergonzarlo.

Se cuenta sobre un rey, que odiaba el hecho que alguien hablara o diga algo en contra suyo, o que contradiga algo que él dijo, y por eso mantenía una jaula con 10 asesinos, que parecían lobos, y los tenía para poder arrojar ahí dentro a cualquier persona que atentará en contra de él.

Un día, uno de los hombres más cercanos al rey, que llevaba 10 años sirviéndolo con absoluta fidelidad, dijo algo que contradijo un poco algo de lo que había dicho el rey. Cuando el rey se enteró de esto, inmediatamente comandó a que este hombre sea arrojado dentro de la jaula de perros. El hombre no podía creer lo que escuchaba, no podía creer que después de 10 años de haberlo servido con tanta fidelidad, dando su vida por el rey, vaya y lo condene a una muerte tan cruel por tan solo haber dicho algo que quizás contradijo un poco lo dicho por el rey. Por ende, el hombre decidió ir a hablar con el rey, y le dijo que por favor lo perdonara, que él se arrepentía y retractaba de lo que había dicho, que por favor no bote 10 años de servicio fiel a la basura por un error tan pequeño, incluso le lloró, pero, sin embargo, el rey no se inmutó y no se retractó de su decreto, por ende la condena de ser arrojado a los perros se mantenía en pie.

El hombre no le quedó otra opción que hacer su última petición, y era que por favor le dieran 10 días para poder despedirse de su familia. El rey le concedió esos 10 días al hombre, y cuando finalizarán los 10 días sería arrojado al pozo. ¿Qué hizo este hombre? Durante los 10 días mantuvo prendida la parrilla en su casa, y todos los días preparaba una rica carne ahumada que se la llevaba a los 10 perros del rey. Cada día llegaba con una bandeja llena de carne, y les daba de comer en la boca a los perros uno a uno a través de la reja de la jaula, creando de a poco un lazo con ellos.

Transcurrieron los 10 días, y llegó el día en que lo debían arrojar a la jaula de perros, toda la ciudad se reunió a ver el suceso. Al momento en que lo lanzaron, todos se quedaron con la boca abierta, de repente se dan cuenta que los perros comenzaron a jugar con el hombre envés de atacarlo. Era un fenómeno que sucedía por primera vez desde que existía esa jaula con perros asesinos. El rey, impactado de lo que estaba sucediendo, preguntó: ¿Qué está pasando acá? Y el hombre, mientras jugaba con los perros, le dijo: “Señor rey. Yo le voy a explicar lo que sucede acá. Durante 10 días, vine cada día a visitar los perros y me preocupé de darles de comer la mejor carne que podía darles, se las preparé yo mismo. Ellos sintieron el amor que les dedique, y en consecuencia, me perdonaron la vida. 10 días fueron lo que me tomó invertir para que los perros me perdonen la vida. Sin embargo, para ti, mi querido rey, 10 años de fidelidad que te di sirviéndote con toda mi alma, no fueron suficientes para que me perdonarás la vida por un error…” El rey, a pesar de que estaba hecho de piedra, no pudo evitar quebrarse en ese momento, y comandó rápidamente a que lo saquen de la jaula y anulen su decreto.

Rabotay, hay veces que se nos olvida a quien tenemos al frente, y actuamos de una forma que no es del todo agradecida. Debemos saber, que para poder adquirir esta hermosa cualidad de “Hacarat Ha´Tov” (agradecimiento), tanto con El Creador como también con las personas, debemos hacer lo que hiso Moshé Rabenu, practicarla siempre, con todo, y en todo.

Shabat Shalom U´M´Voraj