ESCUCHAR NO ES SUFICIENTE - HAY QUE SENTIR
PARASHAT SHEMOT 5783
ESCUCHAR NO ES SUFICIENTE - HAY QUE SENTIR
La Toráh nos cuenta sobre Moshé Rabenu, quien inmediatamente posterior a nacer y ser puesto en el rio dentro de una canasta flotante, fue encontrado y adoptado por nada más y nada menos que la hija del faraón de Egipto, conllevando a que se crie toda su vida dentro del palacio de la realeza de Egipto, viviendo una vida de reyes. Sin embargo, la misma Toráh nos cuenta sobre Moshé Rabenu que interesantemente en una etapa de su vida hiso un cambio, escribiendo [Shemot 2:11]: “Va´Yehí ba´yamim ha´hem va´ygdal Moshé va´yetzé el ejav va´yar be´siblotam” (Y fue en aquellos días en los cuales creció Moshé y salió donde sus hermanos, y vio el sufrimiento de ellos). Es decir, llegó un momento en que Moshé Rabenu a pesar de toda la comodidad y el status que tenía, decidió salir y ver el estado de sus hermanos, lo cual Rashi explica que a pesar de que la Toráh escribe que “va´yar” (y vio), en realidad fue más allá de una simple visión, sino que “Natan ënav ve´libó lihiot metzer älehem” (Puso sus ojos y su corazón para estar urgido por ellos).
Si nos fijamos bien, la misma Toráh nos esta insinuado algo acá, ya que dice: “Va´ygdal Moshé” (Y creció Moshé), ¿De qué tipo de grandeza se está hablando acá? Continua el verso diciéndonos que el hecho de que “va´yetzé el ejav va´yar be´siblotam” (salió donde sus hermanos, y vio el sufrimiento de ellos), es decir, la grandeza de Moshé fue que supo poner en práctica la medida de “Nosé be´öl ïm javeró” (Va y carga el yugo junto con su amigo), supo aplicar la sensibilidad suficiente como para de verdad acercarse y sentir el yugo que está cargando su amigo, como si el mismo lo estuviera cargando.
La mishná en Avot [6:6] trae que esta cualidad de “Nosé be´öl ïm javeró” (Carga el yugo junto con su amigo) es una de las 48 cualidades con las cuales se puede llegar a “Kiniané Ha´Toráh” (adquirir la Toráh), y acá en nuestra Parashá vemos como esa misma cualidad le dio el mérito a Moshe de nada más y nada menos que ver a la Shejiná (Divinidad de H´) en vida, algo que pocos en toda la historia han logrado y lograran ver. ¿Dónde vemos esto?
Cuando Moshe Rabenu llegó al desierto y vio la zarza que estaba ardiendo en llamas e igual así milagrosamente se mantenía intacta sin quemarse, obviamente impactado de lo que estaba viendo, le dice Moshé a Ha´Kadosh Baruj Hu [Shemot 3:3]: “Asurá na ve´eré et ha´maré ha´gadol ha´ze” (Déjame ver este fenómeno que está sucediendo donde a pesar del fuego la zarza no se destruye), lo cual explica el Kli Yakar que Moshé Rabenu en realidad lo que le estaba diciéndole a Ha´Kadosh Baruj Hu en otras palabras, era que por favor lo deje ver el motivo del fenomeno que estaba sucediendo con sus hermanos que estaban siendo golpeados durísimamente por parte de los Egipcios e aun así no lograban ser destruidos, como lo que estaba pasando con la zarza.
Inmediatamente después de este acto que le demostró a Ha´Kadosh Baruj Hu cómo Moshé Rabenu de verdad no solamente se interesaba por ver lo que estaba sucediendo, sino que también por sentir en carne propia lo que estaba sucediendo con sus hermanos esclavizados, a pesar de que él perfectamente podría haberse quedado muy cómodo dentro del palacio, ahí nos dice la Toráh que suecdio él cambio radical, y [Shemot 3:4]: “Va´yar H´ ki sar lirot va´ykra elav Elokim mi´toj ha´sene” (Y vio H´ que Moshé Rabenu se volteó para ver, es decir, para ver lo que estaba sucediendo en este fenómeno, y ahí lo llamó Elokim de dentro de la zarza). Explica el Midrash Rabá [Shemot, parashá 2, 6] que fue en esta escena donde quedo demostrado frente a H´ cómo Moshé se preocupaba de ver y sentir lo que estaba pasando con el pueblo, y fue ahí que decidió que él era el más apto para ser el pastor que guie y cuide a Äm Israel durante todo el proceso de redención y durante el desierto, por ende “va´ykra elav Elokim mi´toj ha´sene” (ahí lo llamó Elokim de dentro de la zarza), y ahí fue la primera vez donde Moshé tuvo el mérito de ver por primera vez una revelación absoluta de la Shejiná de H´.
Una historia la cual nos podría ayudar a entender está diferencia astronómica que existe entre el acto de no solamente escuchar lo que le está sucediendo con nuestro prójimo, sino que también involucrar nuestro corazón y sentir lo que está sucediendo con él, tal como lo hiso Moshe Rabenu, lo vemos con el Gaon Rabi Elihau Jaiim Meizel zt”l. Rabi Eliahu ocupo el cargo de Rav Ha´Ïr en la ciudad de Lodz, en Polonia, hace aproximadamente 100 años atrás. Entre muchas de las cientos de cosas que él se ocupaba en la ciudad, siempre se preocupó de estar involucrado en suplir las necesidades de los pobres y los necesitados de la ciudad, haciendo múltiples actos de “tzedaká y jesed”.
Y resulta, que en uno de los años más fríos que ha habido en Polonia (Polonia puede llegar fácilmente a los -20ºC en el invierno), y resulta que muchos de los pobres de la ciudad estaban a punto de quedarse sin leña para calentar la casa, y otros ya se habían quedado sin. Rabi Eliahu, con su enorme corazón, en pleno día de frio y nieve, decidió ponerse su abrigo y salir a recolectar dinero para poder comprar leña y repartirla entre los pobres de la comunidad y así puedan calentar sus casas y pasar un invierno digno.
En Lodz había un yehudí muy rico, y Rabi Eliahu decidió dirigirse y golpear su puerta para pedirle que financie la leña de los pobres que había en la comunidad. Cuando golpeó la puerta, el hombre rico se dirigió y abrió él mismo la puerta de la casa. Cómo nos podremos imaginar, este hombre estaba cubierto con un rico pijama, y una bata gruesa, pantuflas de cuero con lana, y mientras su casa estaba exquisitamente calefaccionada. Cuando vio que el rabino de la ciudad lo había venido a visitar, inmediatamente lo quiso invitar a que ingrese a la casa para que no le afecte el frio y se pueda tomar una rica taza de té caliente.
Sin embargo, para su sorpresa, antes de que siquiera pueda invitarlo a ingresar, el Rav comenzó a hablarle. Comenzó a hablarle extensamente, sin siquiera tocar el tema de la leña para los pobres, le habló de distintos temas, una conversación la cual comenzó tardó una buena cantidad de minutos. Mientras el Rav hablaba en la puerta de la casa, durante todos esos minutos, el hombre rico que no estaba acostumbrado al frio, comenzó a tiritar. El frio que entraba por la puerta le pegaba directamente a él, y si bien el Rav también estaba comenzando a tiritar, el hombre rico estaba al borde de congelarse, sus dientes habían empezado a hacer ruido mientas se chocaban los unos con los otros producto del frio.
Al cabo de unos minutos, Rabi Eliahu aceptó ingresar a la casa y sentarse en el cuarto calefaccionado. Cuando ingresó y se sentó, le dijo a este hombre rico: “Hola. Vine para que me ayudes a financiar la leña para que las familias pobres de nuestra comunidad puedan calefaccionar sus casas y salvarse del frio”.
El hombre rico sin entender bien lo que había sucedido, le dijo: “Ok Ha´Rav, entiendo perfecto, pero discúlpeme que le pregunte, si es que eso fue lo que me vino a decir, entonces ¿por qué no ingresó desde un comienzo a mi casa para que hablemos sobre el tema? Usted vio como casi me congelo esperando su ingreso, no logro entender que sucedió ahí.”
El Rav lo miró atentamente a los ojos a este hombre, y con una voz de misericordia le dijo: “Hijo mío. Si yo hubiera ingresado desde un comienzo a tu casa, te hubiera privado la oportunidad de sentir en tu propia piel y corazón lo que es cumplir con la mitzváh de “Nosé be´öl ïm javeró” (Cargar el yugo junto con nuestro amigo). Estoy seguro, que solamente ahora, después de que ya pudiste sentir en tu carne propia el frio que hay allá afuera, podrás entender el frio que van a pasar esta noche todas aquellas familias pobres y mujeres viudas que no tienen siquiera una astilla de madera con que calentar sus casas. Te pido, por favor, ayúdame a evitar esta desgracia”.
El hombre rico no pudo abstenerse, con lágrimas en los ojos de pura emoción sacó su chequera y le escribió un cheque a Rabi Eliahu Meizel que era suficiente para cubrir toda la leña que se requeriría para los pobres durante ese invierno frio en Polonia.
He aquí un ejemplo de la potencia que existe en saber no solamente involucrar nuestro pensamiento al querer se parte del sufrimiento de nuestro prójimo, sino que también involucrar nuestro corazón, nuestros sentimientos. Escuchar no es suficiente, hay que sentir, y para sentir no siempre basta con querer sentir, hay veces en las cuales debemos involucrar acciones que nos permitan sentir, debemos involucrar nuestra imaginación no para imaginarnos cómo se vería nuestra vida si tuviéramos lo que tiene el otro, sino que para imaginarnos cómo se vería nuestra vida si es que nos faltaría aquello que le falta al otro, es ahí que podremos sentir en carne propia lo que está pasando a nuestro amigo, y así poder ayudarle de verdad, al igual que lo hiso Moshe Rabenu, quien salió de su zona de confort para poder sentir y vivir el sufrimiento de sus hermanos.
Shabat Shalom U´M´Voraj.