PARASHAT VAYEJÍ 5783

No basta con tener buenas cualidades.

PARASHAT VAYEJÍ

NO BASTA CON BUENAS CUALIDADES

En nuestra Parashá, Parashat Vayejí, la Toráh nos relata sobre el fallecimiento de Yaäkov Avinu. Entre los versos que aparecen ahí, se relata sobre el temor que les nació a los hermanos de Yosef posterior al fallecimiento de su padre Yaäkov. Temor el cual nació principalmente del hecho que los hermanos pensaron que Yosef se estaba absteniendo durante todos estos años de vengarse de lo que ellos le habían hecho solamente por el hecho de que su padre Yaäkov aún seguía vivo, pero ahora, que Yaäkov había dejado este mundo, probablemente Yosef se vengaría de ellos.

Sin embargo, viene la Toráh y nos cuenta que Yosef logró sentir este temor por parte de los hermanos, y no solamente lo sintió, sino que les contestó sobre ello diciéndoles [Bereshi 50:19-20]: “Al tirau, ki ha´tajat Elokim ani; Ve´atem jashavtem älai raäh, Elokim jashava le´tová” (No teman, dado que ¿acaso yo me encuentro bajo Elokim?; Y ustedes pensaron en hacerme aquello para dañarme, pero Elokim pensó hacerlo para mi bien).

A simple vista, lo que Yosef les estaba diciendo a los hermanos es que no tienen nada que temer dado que él no es esta en el lugar de Ha´Kadosh Baruj Hu como para entregar méritos o castigos, sino que por debajo de Él. Sin embargo, el Targum Onkelus (traducción de la Toráh a arameo) traduce las palabras de “Al tirau, ki ha´tajat Elokim ani” escribiendo “Al tedajalun, aré dajalá da´H´ ana”, lo cual significa “No teman, dado que yo soy temeroso De Elokim”.

Al leer esto, uno se pregunta ¿por qué Yosef no les dijo de forma explícita eso, que no deben temer dado que él es temeroso del Cielo? Al igual como lo vemos en Parashat Miketz [Bamidbar 42:18] que está escrito que Yosef les dijo a sus hermanos: “Et Ha´Elokim ani yaré” (Yo le temo a Elokim). ¿Por qué acá no les dijo lo mismo, y en cambio utilizó una termino más extraño diciéndoles “Ha´Tajat Elokim anoji” (¿acaso yo estoy bajo Elokim?)?

En realidad, acá se encuentra un elemento enorme. Si nos fijamos bien, cualquier persona que atentaron en contra de ella de alguna u  otra forma, y aquella persona se encuentra enojada y no tolera lo que le hicieron, resulta que incluso si es que aquella persona es alguien muy elevada en su trabajo de “Midot” (cualidades), siendo alguien con un buen equilibrio, igual así le va a ser muy difícil borrar de su corazón aquello que le hicieron. ¿Por qué? Ya que independiente de si logra o no perdonar lo que le hicieron, siempre va a quedar tallado dentro de su corazón aquello que le hicieron, pudiendo brotar en cualquier momento de su vida. Esto es algo absolutamente humano, el hecho de que a esa persona le cueste remover de su corazón el sentimiento de daño que le causaron.

Sin embargo, no es algo imposible, y eso es lo que nos viene a enseñar acá la Toráh. No basta con que una persona tenga buenas midot (buenas cualidades) para poder superar y dominar los sentimientos que se despiertan al momento en que alguien atenta contra aquella persona, sino que se requiere inculcar fuertemente dentro de nuestro corazón la creencia y fe de que todo es “Hashgajá Pratit” (Supervisión Divina), es decir, todo es absolutamente conducido y supervisado por El Creador Del Mundo de tal forma que cualquier cosa que nos suceda, tanto para bien como para “mal”, tuvo que ser firmada por El Rey Del Mundo. Solamente una persona quien llegó a este nivel (lo cual no es fácil de llegar, ya que se requiere mucha inversión y meditación), y se encuentra en un lugar donde entiende con absoluta convicción y certeza que todo viene Del Cielo, y por ende cuando un tercero atenta en contra suyo, aquella persona entiende que ese tercero era solamente un “shaliaj” (enviado) de Ha´Kadosh Baruj Hu que fue enviado para que se le expíen parte de sus pecados, solamente ahí es que una persona puede pasar toda una vida sin nunca guardar ningún tipo de rencor en contra de la otra persona que le causó un sufrimiento.

Por ende, una persona quien desea llegar a un nivel así, en donde no importa qué se haya hecho en contra suyo, siempre logra perdonar y nunca guarda rencor contra su prójimo, no basta con solamente trabajar en las “midot” (cualidades) de la persona, sino que se debe fortalecer por sobre todo la fe y el entendimiento de que “En öd Milevadó” (no hay nadie más que Ha´Kadosh Baruj Hu sobre este mundo), y también fortalecer lo que trae la Guemará en Julin [7b] que “En Adam nokef etzbäó mi´lemata, el im ken majrizim älav mi´lemäla” (No existe la posibilidad de que una persona se golpee en su dedo en este mundo, a menos de que sea decretado Del Cielo). Solamente quien llegue a este nivel, podrá tener absoluto entendimiento que nadie nos puede dañar o afectar por voluntad propia, sino que todo viene Del Cielo.

La persona más elevada en esta cualidad que hemos visto en la historia de Äm Israel, es nada más y nada menos que David Ha´Melej. David Ha´Melej llegó a un nivel muy elevado en su “Ävodat Ha´Midot”, trabajando muy fuerte en sus cualidades, a tal punto que él mismo atestigua sobre sí mismo en Tehilim [35] diciendo: “Yekumun ëdé jamás, asher lo yadäti ishaluni” (Se levantaron testigos falsos en contra de mí, preguntándome cosas de las cuales no poseo conocimiento) “Yeshalemuni raäh tajat tová, shejol le´nafshí” (Me pagaron con mal por el bien que les hice, dando muerte a mi alma).

Si lo pensamos bien, solamente por esto, de ver como alguien a quien uno mismo le ayudó y le brindó el bien, luego venga y nos pague ese bien haciéndo el mal y atentando en contra de uno, es algo que a cualquier persona común y corriente le generaría que su sangre hierva, después de tal nivel de mal agradecimiento. Sin embargo, ¿qué hiso David Ha´Melej al ver esto? Él atestigua sobre sí mismo que “Va´ani ba´jalotam levushi sak” (Y yo, cuando ellos se enfermaron, vestí un saco de duelo), y no solo eso, sino que “ïneti ba´tzom nafshi, u´tfilatí äl jeki tashuv” (Afligí mi alma con ayunos para que se curen, y cómo prueba estoy dispuesto a que esos rezos que hice por ellos, se vuelvan a mi).

Cualquier persona que ve esto, es imposible que no se impresione. Yo personalmente, no conozco muchos yehudim que cuando tienen una persona enferma en la casa, Rajamaná LiTzlan (H´ nos libre), comienzan a hacer ayunos por el enfermo, y mucho menos vi que vistan un saco de duelo. En cambio, David, el rey de Israel, quien debía ser quien maneje todo el reinado, haciendo “Tzedaká u´Mishpat” (Rectitud y justicia) con todo su pueblo, al momento en que escuchaba que uno de los “Edé Jamás” (testigos falsos) que atentó en contra de él, pagándole con el mal a cambio del bien, se encontraba enfermo, ¿qué hacia David Ha´Melej? Se afligía a sí mismo ayunando y vistiendo un saco de duelo. Rabotay, ¡¿Acaso existe algún nivel más alto que este en Ävodat Ha´Midot (Trabajo de las cualidades)?!

Sin embargo, incluso con todo esto, vemos en la actitud de David Ha´Melej algo más impresionante aún. Algo que nos demuestra que para llegar al nivel al cual llegó él, no bastaba con solamente tener buenas cualidades. Había algo más dentro de David, algo lo cual compone el secreto más elevado a la hora de querer saber actuar y reaccionar frente a un suceso que atenta en contra de nosotros. La historia que demuestra esto de forma más clara, justamente sucedió con David.

Esta fue una de las pruebas más grandes que se haya tenido que enfrentar David Ha´Melej. Avshalom, el hijo de David, se reveló frente a su padre con intenciones de matarlo para tomar el reinado. La situación era tan denigrante, que para peor la mayoría de Äm Israel se encontraba apoyando a Avshalom, entre ellos Ajitofel, quien era nada más y nada menos que el rabino de David Ha´Melej, el Gaon de la generación, y también Shimï ben Guerá, el cabeza del Sanhedrin, rabino de Shelomó Ha´Melej, todos apoyaban al hijo de David, Avshalom.

A David no le quedó otra que por el momento organizar un escape de Yerushalaim junto con los hombres más fieles que seguían estando a su lado. Sedientos y a descalzos, fueron bajando por el arroyo Kidron que se encuentra en el desierto de Yehudáh, y ahí se encontraron en el comino con Shimï ben Guerá, quien tal como lo trajimos, era uno de los cabezas del Sanhedrin. En ese preciso momento, Shimï ben Guerá comienza a maldecir a David con una maldición que la Toráh la llama “Kelaláh Nimretzet” (Maldición “Nimretzet”). En el Midrash nuestros sabios explican que la palabra Nimretzet son las iniciales de las peores maldiciones que pueden haber, y todas estas maldiciones fueron dichas por Shimï ben Guerá al momento en que se encontró con David bajando por Najal Kidron.

Nadie de nosotros puede siquiera imaginarse el nivel de prueba que se le presentó a David Ha´Melej en aquel momento. Por un lado, cientos de personas se habían puesto en contra de él, opinando cosas gravísimas en contra de su reinado. Y ahora, llega un hombre importante, Shimï ben Guerá, y lo maldice con todas las maldiciones habidas por haber. Una de las personas que estaba presente en esta escena, era Avishay ben Tzeruyá, el general de las tropas militares de David, quien aún se encontraba en el lado de David. Cuando Avishay vio como Shimï ben Guerá maldecía a David, lo primero que hiso fue desenvainar su espada y decirle a David [Shemuel 2 16:9]: “Lama yekalel ha´kelev ha´met ha´zeh, et adoni ha´melej” (¿Por qué un perro muerto como este va a venir y maldecir a mi amo el rey?) “eëberá ná, ve´asira et roshó” (Por favor dame el permiso, y le corto la cabeza). Lo que había hecho Shimï ben Guerá, de maldecir al rey de Israel y revelarse frente a su reinado, claramente merecía la muerte, y Avishay estaba ansioso esperando para hacer justicia. Sin embargo, sucede lo inesperado.

David Ha´Melej ingresa en la escena y le dice [Shemuel 2 16:10]: “Mah li ve´lajem bené Tzeruya” (¿Qué tenemos que ver con aquella actitud yo y tu hijo de Tzeruyá?) “ko yekalel, ki H´ amar lo kalel et David” (al venir y maldecir, es porque le dijo que vaya y maldiga a David), y luego continua y dice [Shemuel 2 16:12]: “Ulai iré H´ be´ëni, ve´heshiv H´ li tova tajat kilelató ha´yom ha´zéh” (Quizás vera las lágrimas de mis ojos, y me devolverá bendiciones a cambio de esas maldiciones en este día). Es decir, David Ha´Melej, increíblemente, mantiene absoluta esperanza en que la vergüenza y el denigro que sufrió le sirva como expiación de sus pecados, y por ende, se mantiene calmo y no reacción a lo que se atentó en contra de él.

El Jafetz Jaim trae que esta fue la prueba más grande de David Ha´Melej, y que gracias a que pudo superar esta prueba con absoluto éxito, Ha´Kadosh Baruj Hu le dio el mérito de ser la cuarta pata de la “Merkavá” (Carruaje Celestial).

Vemos acá cual es el elemento de oro escondido. A pesar de que David tenía buenas midot (cualidades), aquello no hubiera sido suficiente para superar la prueba de Shmï ben Guerá. Hubo otro elemento más importante aún que le permitió triunfar, elemento el cual nos enseña que cualquier persona quien desea superar una gran prueba como la que fue sometido David, debe tener absoluta emunáh (fe) en que “H´ amar lo kilel” ( le dijo que maldiga), y no la persona que esta maldiciendo es la culpable. Nadie dice que sea fácil llegar a esto, pero no es imposible. Lo que nosotros debemos rescatar de todos esto, es que sin emunáh (fe), por muy buenas midot que tenga la persona, no existe la posibilidad de que pueda perdonar con un corazón absoluto. Esa emunáh fue justamente lo que le permitió a Yosef triunfar en la prueba con sus hermanos, esa emnunáh fue lo que le permitió a David triunfar y convertirse en la cuarta pata de la “Merkavá” (Carruaje Celestial), y esa emunáh será lo que nos permitirá a nosotros triunfar en las pruebas que se nos presentan en el día a día.

Shabat Shaom U´M´Voraj.