PARASHAT VAYSHLAJ 5783

El Reflejo de tu Sentimiento

En nuestra Parashá, Parashat Va´Yshlaj, la Toráh nos cuenta sobre el encuentro entre Yaäkov Avinu y su hermano Ësav después de años sin verse. Algo interesante que vemos sobre esta escena, es que la Toráh dice [Bereshit 33:3-4]: “Va´Yshtaju artzah shevä peämim äd gishtó äd ajiv” (Y se reverenció hacia el suelo siete veces, hasta que se acercó a su hermano) “va´yarotzh Ësav likartó, va´ijabekehu va´ipol äl tzavarav, va´yshakehu” (Y Ësav corrió hacia él, y lo abrazó, y se cayó sobre su cuello, y lo besó). Rashi, trae sobre este verso lo siguiente: “Amar Rabi Shimön bar Yojai: Halajá hi be´yaduä she´Ësav soné le´Yaäkov” (Dijo Rabi Shimön bar Yojai: Poseemos una halajá conocida que Ësav odia a Yaäkov) “Ela she´nijmeru rajamav be´otáh shaä, u´n´shakó be´jol libó” (Solo que se despertó su misericordia en aquel momento y lo beso con todo su corazón).

Cuando uno ve esto, y lee este cambio drástico que de repente hubo en la actitud de Ësav hacia Yaäkov, automáticamente se pregunta: “¿Cómo puede ser que Ësav haya cambiado tan drásticamente, pasando de querer matar a su hermano Yaäkov producto del odio, a de repente amarlo y querer abrazarlo y besarlo? Si bien es algo bastante curioso, veremos que este fenómeno no fue algo casual, sino que fue gatillado netamente por una actitud que vino de parte de Yaäkov Avinu, una actitud la cual debemos analizar y entender la esencia que se esconde tras ella. Esta actitud, fue la que una vez le salvo la vida a Rabi Yosef Jaim Zonenfeld.

Un día, mientras Rabi Yosef Jaim Zonenfeld era aún el gran rabino de Yerushalaim, un grupo de Birionim (grupo de personas de Äm Israel que utilizan la fuerza para conseguir los resultados) ingresaron a su casa con una petición para el gran rabino. La petición consistía en que se deje de entrometer en cosas que ellos hacían en la ciudad que van en contra la halajá, y que en caso de no hacerles caso iban a terminar con su vida. Estos hombres Birionim estaban bastante exaltados e inquietos, sin embargo, Rabi Yosef Jaim se mantuvo con absoluta calma, y se dirigió hacia ellos de forma muy fría. El simple hecho de que el Rav estuviera actuando con tanta calma, fue algo que avergonzó a los Birionim y los puso más inquietos aún.  De repente, cuando la situación y la agresividad de los Birionim llegó a su peak, Rabi Yosef Jaim Zonenfeld se abrió la camisa revelando su corazón, luego se paró rápidamente de su silla, y les dijo con voz firme y segura: “Yo estoy listo para santificar El Nombre del Cielo, pueden dispararme y matarme, lo importante es que la verdad no se mueva ni un pelo de donde esta”.

Cuando los Birionim vieron esta actitud, dentro de la inmensa confusión que sintieron, no les quedo otra opción más que salir de la casa del Rav y dejar el lugar rápidamente. Posterior al suceso, Rabi Yosef Jaim explicó su actitud y el motivo de su éxito, utilizando una historia real que sucedió en la ciudad de Szadek, Polonia. 

Resulta que en Szadek viva un Yehudí que desgraciadamente tenía actitudes muy feas, este hombre era un soplón, un traidor de la comunidad, y constantemente atentaban en contra la comunidad. Cualquier tipo de irregularidad que viera en cualquier persona de Äm Israel, automáticamente lo acusaba al poder de Polonia, causando numerosos problemas a numerosas personas de la comunidad. Todos le tenían miedo a este hombre, y por el hecho de que el hombre tenía conciencia de esto, era suficientemente descarado como para aprovecharse de ello y pedía que lo sienten en el “Mizraj” dentro de la Sinagoga (El lugar donde se sienta la gente importante), y también pedía que lo suban a la Toráh en la sexta Äliáh, que es la Äliáh más importante.

Un día, falleció el Rabino de la ciudad de Szadek, y en reemplazo suyo fue nombrado como rabino de la ciudad uno de los grandes Talmidé Jajamim que había en aquellos tiempos. Cuando este rabino nuevo se enteró de todo esto, de lo que sucedía con el hombre yehudí soplón que había en el lugar, y lo descarado que era de exigir que lo sienten en el “Mizraj” y que lo suban a la sexta “Äliáh” en Shabat, él decidió que había llegado el momento de poner fin a esto y llevar a cabo una mitzváh de la Toráh, la cual aparece en el libro de Devarim [1:17] y dice: “Lo Taguru mi´pené Ish” (No teman frente a una persona) cuando se trata de defender la verdad, y por ende iba a poner un fin a todo el sufrimiento que este hombre soplón le estaba generando a la comunidad.

Llegó Shabat, y el hombre soplón se apareció en el gran Sinagoga de la ciudad, como de costumbre. Comenzaron la lectura de la Toráh, y al momento en que el Gabay de la Sinagoga llamó al soplón para que suba a la sexta Äliáh (también como de costumbre), el Rav nuevo se paró y golpeó con fuerza la mesa que había frente a él tres veces, y luego gritó: “¿!Tu!? ¿Tu vas a subir a la Toráh? ¡¿Qué tipo de conexión puedes tener tu con la Toráh Ha´Kedoshá!? Qué tipo de conexión puede tener una persona como tú que tiene una boca tan impura, quien entrega el dinero y las almas de Äm Israel al gobierno de personas de otro pueblo. ¿!Una persona como tu va a subir a bendecir por la Toráh!? Vete de acá, rápidamente, sal de este lugar santo, hombre impuro”.

El soplón no sabía donde meter su cabeza mientras sucedía esta telenovela dentro de la Sinagoga. Dentro de la inmensa presión que sintió, decidió impulsivamente que iba a golpear al rabino nuevo de la Sinagoga. Sin embargo, todos los hombres de la congregación saltaron a la defensa del rabino y nadie lo dejo tocarlo. No le quedó otra al soplón que dejar el lugar, y mientras lo dejaba, se dio vuelta y con un dedo apuntando de forma amenazadora le dijo a toda la congregación: “Ya les voy a enseñar una lección”.

Transcurrieron un par de meses, y el Rav fue invitado a ser Sandak en un Berit Miláh que se iba a llevar a cabo en una ciudad cercana a Szadek. Mientras iba camino para allá, escoltado por dos de sus alumnos. De repente, mientras se alejaban del pueblo, vieron que a lo lejos se acercaba un caballo con un jinete, y se dieron cuenta que quien montaba el caballo era nada más y nada menos que el hombre soplón que había sido expulsado de la Sinagoga por el rabino. Cómo cualquier persona se lo podría imaginar, los alumnos, al reconocer de que se trataba de este hombre, conocido por hacer cosas impulsivas, inmediatamente comenzaron a temer, ya que eran múltiples las cosas que podría estar tramando hacer en contra del rabino este hombre, y ahora estaban solos, lejanos de la ciudad, donde nadie miraba que era lo que estaba sucediendo. Sin embargo, lo increíble era que el rabino mantenía la calma absoluta, la situación no lo había inmutado en lo más mínimo.

El caballo de este hombre siguió acercándose hacia ellos, y de repente el soplón salto del caballo y se comenzó a acercar rápidamente donde el rabino y sus dos alumnos, con pasos apresurados. En ese momento los alumnos ya estaban temblando, ya estaban pensando que iban a hacer al momento en que este hombre se abalance sobre el rabino para atacarlo. Sin embargo, este hombre, el “soplón”, cuando llegó a estar a dos metros de rabino, se detuvo y se reverenció frente a él. Y mientras se encontraba con la cabeza agachada le dijo al Rav: “Morenu ve´Rabenu, perdóname, y expíame por lo que hice en contra tuyo al intentar agredirte en la Sinagoga”. Luego, el hombre se paró, dio un par de pasos hacia atrás, se subió a su caballo, y desapareció.

Los alumnos, impactados de todo lo que había pasado, siguieron su camino junto con su Rabino, todavía estaban en shock de la potencia que habían visto de parte de su rabino, de someter tan rápidamente un hombre que años venía haciendo problemas a la comunidad. Sin embargo, el rabino sintió que sus alumnos estaban confundidos con todo lo que había sucedido, por ende, les dijo que iba a explicarles exactamente lo que aconteció ahí. 

El rabino les dijo, que al momento en que ellos se encontraban en el camino y él vio a este hombre soplón acercándose hacia ellos mientras montaba en su caballo, él inmediatamente comenzó a buscar algún tipo de salvación en algún verso dentro de nuestra Toráh Ha´Kedoshá. Del Cielo le enviaron un verso, le enviaron un verso escrito por el hombre más sabio de la historia, Shelomó Ha´Melej, en su libro Mishlé [27:19] donde dice: “Ca´maim ha´panim la´panim, ken lev ha´adam la´adam” (De la misma forma que la cara se refleja en el agua, así mismo el corazón de la persona se refleja en el corazón de la otra persona). ¿Qué quiere decir esto? Que de la misma forma que cuando una persona pone su cara en frente del agua y ve su reflejo, aquel reflejo que va a obtener, depende netamente de la cara que la persona tenga al momento en que él se pone en frente del agua, si acaso es una cara sonriente la que va a ver, o una cara triste, así mismo funciona el corazón del ser humano. Es decir, lo que uno siente como persona dentro del corazón respecto a otra persona, al momento en que aquella persona ve y siente eso, automáticamente lo que sucede es que su corazón se alinea con el mío. “Por ende (Continua el Rav), al momento en que vi que se acercaba hacia nosotros el “soplón” de la comunidad, inmediatamente comencé a esforzarme por tener solamente pensamientos que sean en mérito de aquel hombre. Empecé a hablarme a mí mismo por dentro diciéndome: “En realidad, que pobre que es este hombre, que necesitado que está de misericordia este pobre hombre considerando lo bajo que llegó a encontrarse éticamente en su vida. Quien sabe, quizás si hubiera recibido una buena educación, como la que yo obtuve, hubiera podido ser una persona ética, y no hubiera llegado a donde llegó”.

Continué pensando más cosas en mérito de este hombre, hasta que mi corazón explotó de misericordia por él y se borró cualquier tipo de rencor que podría haber sentido por él. Al momento en que estuve a ese nivel, y él se venía acercando, lo mire con absoluta calma, y aferrándome al elemento de “Ca´maim ha´panim la´panim, ken lev ha´adam la´adam” (De la misma forma que la cara se refleja en el agua, así mismo el corazón de la persona se refleja en el corazón de la otra persona) lo mire con una mirada genuina de “Te quiero, y te entiendo”. Yo sabía que era inevitable que lo que yo estaba sintiendo en ese momento, le afecte a este hombre para bien y luego comience a pensar dentro suyo: “¿Quizás el Rav tiene razón? Dado que seguramente lo que hiso ese día dentro de la Sinagoga lo hiso netamente con una intención pura, seguro lo hiso solamente “Le´Shem Shamayim” (Por el Honor Del Cielo), y no con intención de dañarme Jas Ve´Jalila”.” Eso fue lo que sucedió ahí, mis queridos alumnos, y tal como lo vieron ustedes, esos pensamientos lograron ablandar su corazón, y cuando le quedaban dos metros por llegar hacia nosotros, su corazón lo hiso reverenciarse y pedir perdón por lo hecho, con un arrepentimiento que se veía absolutamente genuino.”

Rabi Yosef Jaim Zonenfeld, a quien lo rodearon cinco Birionim amenazándolo de muerte, tomó esta técnica aplicada por el rabino y la utilizó en aquel momento que se enfrentaba a los Birionim. Cuando él les mostró que su corazón sentía misericordia y preocupación incluso por ellos, ellos no pudieron aguantar el reflejo que esto generó en sus corazones y tuvieron que dejar el lugar.

Cuando vinieron los ángeles donde Yaäkov Avinu, le informaron sobre el hecho de que Ësav se encontraba en dirección hacia él con un ejército de 400 hombres para matarlo. Ësav odiaba a Yaäkov, pero también Yaäkov no era el aficionado más grande de Ësav, tal como lo dice el verso en Tehilim [139:21]: “Ha´lo mesaneja H´ esná” (Quien te odia , lo odiaré). Sin embargo, ¿qué nos dice el verso en la Toráh? “Va´Yshtaju artzah shevä peämim äd gishtó ad ajiv” (Y se reverenció hacia el suelo siete veces, hasta que se acercó a su hermano). Cada vez que Yaäkov se reverenció antes del encuentro con su hermano, lo hiso con el propósito y la intención de despertar la misericordia dentro de su corazón. Yaäkov sabía que no iba a ser fácil, sobre todo después de lo que había hecho Ësav y después de enterarse que Ësav se dirigía con la intención de matarlo, claramente no iba a ser fácil despertar la misericordia dentro de su corazón por su hermano Ësav. Por eso nos dice la Toráh “Va´Yshtaju artzah shevä peämim” (Y se reverenció hacia el suelo siete veces), es decir, no basto con una, tuvo que hacer un mayor esfuerzo y reverenciarse 7 veces, y ahí nos dice la Toráh “äd gishtó ad ajiv” (hasta que se acercó a su hermano), lo cual quiere decir, que, en ese momento, dentro de su corazón, después de ese esfuerzo, ahí volvió a acercarse al nivel de hermanos, y extirpar de su corazón cualquier odio o rencor de lo sucedido. 

¿Qué causo esto en Ësav? Nos dice la Toráh, que al ver y sentir Ësav esta actitud de parte de Yaäkov, a pesar de que inicialmente venía con intenciones de matarlo, “va´yarotzh Ësav likartó, va´ijabekehu va´ipol äl tzavarav, va´yshakehu” (Y Ësav corrió hacia él, y lo abrazó, y se cayó sobre su cuello, y lo besó).

¿Qué debemos nosotros aprender de acá? Todos sabemos que hay momentos en la vida donde no queda otra opción, se necesita reprochar a alguien, o llamar la atención, o acercar, o dirigir. Ya sea dentro del hogar nuestro, o fuera del hogar. En todos aquellos momentos, tenemos la obligación, de siempre prepararnos para aquel encuentro, siempre debemos utilizar nuestra mente para que antes del encuentra podamos despertar la misericordia y la preocupación real por la persona que tenemos al frente. Solamente una vez que hayamos logrado ese estado dentro de nuestro corazón, un estado de cariño y preocupación real, solamente ahí vamos a poder estar seguros que la persona en frente nuestro va percibir las cosas de la forma en que hubiéramos querido que las perciba. Nunca nos olvidemos que “Ca´maim ha´panim la´panim, ken lev ha´adam la´adam” (De la misma forma que la cara se refleja en el agua, así mismo el corazón de la persona se refleja en el corazón de la otra persona).

Shabat Shalom U´M´Voraj.