El nivel de la Tzedaká
En nuestra parashá, parashat Reéh, la Toráh nos dice [Devarim 15:7-8]: “Ki Yihie beja evión … lo teametz et levaveja ve´lo tikpotz et yadeja me´ajija ha´evion” (Si es que llega a haber un necesitado entre ustedes … no endurecerás tu corazón ni tampoco cerrarás tu mano hacia tu hermano necesitado) “Ki patoaj tiftaj et yadeja lo, ve´haävet taävitenu dé majsoró asher yejsar lo” (Sino que debes abrir tu mano hacia él y le prestarás todas las necesidades que le falta).
Existe una mishná muy conocida, la cual aparece en Pirké Avot [1:2] y dice: Äl sheloshá devarim ha´ölam ömed, äl ha´Toráh, ve´al ha´ävodáh, ve´äl guemilut jasadim” (El mundo se sostiene sobre tres cosas, sobre el estudio de la Toráh, sobre el trabajo de los korbanot y la tefiláh, y sobre los actos de bondad). Dentro de los actos de bondad, claramente se encuentran los actos de tzedaká, y lo interesante es que nuestra parashá al hablar de esta mitzváh nos dice “Ki patoaj tiftaj et yadeja lo” (Sino que abre le abrirás tu mano al necesitado), lo cual es bastante curioso. Ya que ¿Por qué la Toráh tuvo que utilizar un termino doble diciendo “Patoaj Tiftaj” (Abre le abrirás) al referirse a esta mitzváh? Explica el Sifri [15:135] que la Toráh nos viene a decir que: “Afilu camá peämim” (Incluso unas cuantas veces), es decir, no podemos caer en el error de pensar que por el hecho que ya ayudamos a un necesitado especifico, entonces si es que vuelve a necesitar o pedir nuestra ayuda entonces podemos abstenernos de abrir nuestra mano ya que la abrimos una vez, ¡no! “!Patoaj Tiftaj!” dice la Toráh, incluso si tienes que abrir tu mano más de una vez y con la misma persona, debes hacerlo.
Sin embargo, algunas veces caemos en el error de menospreciar un acto de tzedaká. Algunas veces se nos presenta frente nuestro una causa muy grande, alguien que esta muy necesitado, y nos inclinamos a pensar que la moneda o el dólar que tenemos en el bolsillo no le va a solucionar en nada el problema enorme que tiene, ya que se trata de un monto muy superior, y por ende ¿Qué hacemos? Decidimos que lo mejor es guardarse el dólar insignificante en el bolsillo y no dar nada. Eso es un error, si todos pensaran de esa forma, entonces la única forma de rescatar a un necesitado seria a través de que llegue una sola persona y done todo el monto, y la tzedaká no puede funcionar de esa forma. Shelomó Ha´Melej trae en Kohelet: “Kobetz äl yad yarbéh” (Una persona quien junta con su mano cada vez – en el fondo simbolizando que junta muchas veces pero de a poco cada vez, al final tendrá mucho). Pero no solo eso, sino que hay algo más tras este acto, y lo vamos a explicar con un ejemplo.
Dos hombres iban caminando y se encontraron con un yehudí que era Gabay Tzedaká (recolector de tzedaká) para una de las organizaciones más grandes que hay en Israel. Esta organización comienza con Ganim para los niños pequeños, de ahí tienen Talmudé Toráh, Yeshivot, Kolelim, y hasta incluso tienen hogar de ancianos, teniendo costos mensuales de millones de dolares al mes. Este yehudí que era Gabay Tzedaká se les acercó a estos dos hombres para pedirles su ayuda. Cada uno tenia en su bolsillo solamente un dólar. Uno de ellos se dijo a sí mismo, “¿De qué va a servir este dólar para esta enorme fabrica de millones de dolares de costos mensuales?” y por ende decidió no entregar ese dólar en tzedaká. El otro hombre vio el caso de una forma absolutamente distinta, se dijo a sí mismo: “ ¡Que tremenda opción! ¡Con tan solo un dólar tengo la oportunidad de ser uno de los socios de esta tremenda fábrica la cual rota millones de dolares y billones de mitzvot al mes!” y entregó el dólar con absoluta felicidad y buen corazón.
¿Se nota la diferencia? Esa es la forma en que debemos ver las oportunidades de tzedaká que se nos presentan, ver cómo con unos cuantos centavos podemos convertirnos en dueños de algunas acciones de la fabrica de tzedaká y mitzvot que tenemos en frente. Quien logre actuar de esta forma, luego verá como se cumple en él lo que dice la Toráh a continuación en nuestra parashá [Devarim 15:10]: “ki biglal ha´davar ha´zeh yevarejejá H´ Elokeja be´jol maäseja u´b´jol mishlaj yadeja” (Dado que producto de eso – de tus actos de tzedaká – te va a bendecir H´ tu D´s en todas tus acciones y en todo lugar donde envíes tu mano). Este concepto lo vi explicado a través de un ejemplo: Un hombre tenia un orificio en su bolsillo, y mientras iba caminando, sin darse cuenta se le cayó un billete de 100 dolares el cual fue encontrado más tarde por un hombre necesitado que lo recogió. El hombre volvió atrás para buscarlo, pero se dio cuenta que ya se lo habían llevado, lo cual le dio mucha pena. Siguió caminando este hombre, y de repente se encontró 200 dolares. En ese momento obviamente se puso muy contento, sin embargo, su alegría no estaba completa, dado que se dijo a sí mismo: “Que pena, si no se me hubieran caído esos 100 dolares, ahora tendría 300 dolares en mi bolsillo”, hasta acá el ejemplo. Este es el ejemplo, pero el mensaje tras el ejemplo es que nosotros al dar tzedaká y recibir luego la bendición de parte de Ha´Kadosh Baruj Hu, no debemos caer en el error de pensar como ese hombre con el orificio en el bolsillo quien creía que si no se le hubieran caído esos 100 dolares que fueron recogidos por el necesitado, entonces ahora tendría 300 dolares junto con los 200 dolares que se encontró, ¡No! Sino que debemos entender que justamente “ki biglal ha´davar ha´zeh yevarejejá H´ Elokeja be´jol maäseja u´b´jol mishlaj yadeja” , es decir, justamente producto de eso – producto que esos 100 dolares fueron para una persona necesitada, o producto de que ahora te metiste la mano al bolsillo y te esforzaste por hacer tzedaká – te va a bendecir H´ tu D´s en todas tus acciones y en todo lugar donde envíes tu mano, haciendo que encuentres inmediatamente 200 dolares tirados, como en el caso del ejemplo que trajimos, o que lleguen todo tipo de ganancias y de oportunidades por otros lados.
El mundo piensa que si es que tengo 100 y doy 10, me quedo solamente con 90, sin embargo, esta es solamente la visión del mundo, pero no la visión real. Nuestros sabios nos explican que en realidad es justamente al revés, una persona quien tenia 100 y dio 10, lo que realmente le queda en su poder para siempre son aquellos 10 que dio, dado que los otros 90 que no dio, de alguna u otra forma los va a terminar perdiendo, incluso si es que compró un bien inmueble con esos 90, al final cuando suba Al Cielo a los 120 no se va a llevar nada consigo mismo, sino que solamente se va a llevar consigo lo que alcanzó a dar en tzedaká mientras estaba en este mundo, como esos 10 que entregó en este caso.
Rabenu Ha´Arizal trae que este fenómeno se encuentra inmerso en la misma palabra Tzedaká. ¿Donde? Existe una técnica de estudio de las palabras según la Kabaláh, que se llama “Atbash”, donde básicamente se da vuelta el abecedario y se pone una letra frente a la otra, es decir, la primera letra que es “א” frente a la ultima letra que es “ת”, la segunda letra que es “ב” frente a la penúltima letra que es “ש”, y así sucesivamente, resultando en que cada letra es representada por la otra letra que se encuentra en frente suyo en el abecedario inverso. Si tomamos la palabra Tzedakáh y le aplicamos “Atbash”, veremos que la letra “צ” se convierte en “ה”, y la letra “ד” se convierte en “ק”, y la letra “ק” se convierte en “ד”, y la letra “ה” se convierte en “צ”, quedando exactamente la misma palabra “Tzedakáh”. Explica Rabenu Ha´Arizal que esto viene a decirnos que quien da tzedakáh, aquello que dio se le devuelve y se queda con él para siempre por la eternidad.
Se cuenta que una vez habían dos hombres muy ricos que se sentaron en Purim a compartir un par de copas de vino, y cuando estaban un poco tomados cada uno comenzó a contar cual había sido el motivo por el cual se había enriquecido tanto. El primero abrió y contó que una vez fue a una drashá del Rabino, y escuchó cómo el Rav habló sobre la seguláh del “Maäser” (diezmo), trayendo que nuestros sabios dicen “Äser bishbil she´titaäsher” (Entrega diezmo para que te enriquezcas). Cuenta el hombre que desde ese día asumió sobre sí mismo que iba a entregar el diezmo de toda ganancia que tuviera. Resulta que transcurrieron tan solo un par de meses y el hombre comenzó a ver como la suerte ya le estaba sonriendo, todo lo que hacia o lo que tocaba tenia éxito, de a poco aumentó su riqueza hasta que llegó al nivel que se encuentra. Cuando el primero finalizó de contar su historia, el segundo comenzó a contar cómo fue que él se convirtió en rico, contando que él también una vez fue a la drashá del Rabino, y escuchó ahí que existe una seguláh de honrar a la mujer para enriquecerse, tal como dijeron nuestros sabios en [Baba Metziä 59a] “Le´ölam yihie Adam zahir bi´jvod ishtó, she´en ha´berajá metzuyá be´toj beitó shel Adam ela bishbil ishtó, she´neemar: “u´l´Avraham hetiv ba´ävurá” (Siembre debe un hombre ser cuidadoso de honrar a su mujer, dado que la bendición en la casa del hombre se encuentra solamente por su mujer, tal como esta escrito: “Y a Avraham lo benefició H´ gracias a su mujer”). Y eso es lo que le dijo Ravá a bné majoza: “Okiru le´neshaiju ki heji de´tetaätru” (Honren a sus mujeres para que se enriquezcan). Por ende, cuando escuchó esto, fue inmediatamente el hombre y comenzó a honrar a su mujer como debe ser, le cambio toda la ropa vieja que tenia en el armario, comprándole ropa nueva, la comenzó a sacar a pasear más seguido, le compraba joyas cuando veía algo bonito, y resulta que al cabo de un tiempo corto comenzó a enriquecerse y convertirse en un hombre muy rico hasta lo que es hoy.
Cuando el primero escuchó la historia de cómo se enriqueció el segundo, comenzó a afligirse mucho, no entendía por qué su rabino le había ocultado esa seguláh de honrar a la mujer para enriquecerse, y envés de eso le había dado la otra segulá que consistía en donar el diezmo, cómo no tomó en consideración el Rabino que si le hubiera dado la segúláh de honrar a la mujer se hubiera podido ahorrar millones de dolares, ya que cada vez daba 10% de sus ingresos, lo cual era un monto muy grande, más allá de lo que podría gastar en ropa, joyas, y paseos con su mujer. Y adicionalmente a esto, todo su dinero se hubiera quedado en propiedad de su mujer y por ende incluso él hubiera podido tener provecho de ese dinero.
Al día siguiente, se dirigió donde el rabino y comenzó a quejarse sobre por qué le había dado la seguláh del diezmo para enriquecerse y no le había dado la seguláh de honrar a la mujer, se hubiera podido ahorrar millones de dolares que le dio de sus ganancias al resto de la gente. El Rav, después de dejar que este hombre se desahogara, le trajo el verso que trae David Ha´Melej en Tehilim [49:17-18]: “Al tira ki yaäshir ish ki irbé kevod beitó” (No temas si ves a una persona que se hizo rico por haber aumentado el honor hacia su casa – lo cual la Guemará en Yoma [2a] explica que “Beitó zu ishtó” [Su casa es su mujer]) “ki lo be´motó ikaj ha´col” (Dado que en su muerte no se llevará nada). Y le explicó el Rav al hombre, que el verso viene a decirnos que si es que ves que tu amigo se enriqueció por honrar a su mujer, y no por dar tzedaká, a pesar de que honrar a la mujer es una mitzváh muy importante para todo hombre, igual así no temas, no caigas en decirte a ti mismo “Wow, podría haberme ahorrado toda la Tzedaká que di y enriquecerme solamente a través de honrar a mi mujer”, ¡No! Dado que a pesar de que él cumplió con la mitzváh de honrar a su mujer y se enriqueció por eso, igual así “Lo be´motó ikaj ha´kol” (en su muerte no se llevará nada), es decir, solamente tendrá la importante mitzváh de haber honrado a su mujer, pero los autos, joyas, y casas que se gastó en ello, no se llevará nada de eso el día de su muerte. En cambio él que opto por enriquecerse dando de su dinero a tzedaká (aparte de honrar a su mujer), todo ese dinero que dio, ya sea que ayudó para casar a una novia huérfana, o le compró un canasto de comida a una familia necesitada, o financió los tefilin para el Bar Mitzváh de un niño huérfano que no tiene dinero para comprarlos, o simplemente a través de sacar lo que tenía en el bolsillo y dándoselo a una persona necesitada, al final, en el día de su muerte, aquella persona se llevará cada uno de esos dolares que entregó, ya que un dólar de tzedaká es un dólar eterno, un dólar que nadie nos puede quitar.
El profeta Yeshäyahu [1:27] dice: “Tzion be´Mishpat tipadé, ve´shaveha bi´tzdaká” (Tzion será redimido con justicia, y volverá con tzedakáh). Explica el Metzudat David, que al decirnos Yeshäyahu: “ve´shaveha bi´tzdaká” (volverá con Tzedakáh) “ha´hashavá min ha´goláh tihihe äl yedé ha´tzedaká asher yaäsú” (el retorno del exilio será a través de la tzedaká que harán los unos con los otros). Y la Guemará en Babá Batrá [10a] nos dice: “Guedoláh tzedaká she´mekarevet et ha´gueuláh” (Grande la tzedaká que acerca la redención de Äm Israel).
Tzedaká no solamente es con dinero rabotay, tzedaká también puede ser donar de mi tiempo, donar de mis capacidades, o donar de mi conocimiento, dándole a un necesitado aquello que le falta y que yo si tengo, ayudándolo a llenar el vacío en su vida que yo puedo rellenar. Yehi Ratzón, que tengamos el mérito de explotar al máximo nuestro potencial de dar, en todas las áreas, y traer ahora ya a Mashiaj Tzidkenu, amen.
Shabat Shalom u´m´Voraj.