El Motor de la Envidia
Se cuenta que una vez había en un pueblo dos personas muy amargas y que solamente causaban problemas. Uno era un tipo envidioso, y el otro era un tipo extremadamente codiciador. El envidioso era alguien quien causaba pleito y tensión entre las personas, y el codiciador proyectaba un nivel de codicia que alejaba a todo el mundo.
Esta situación fue comunicada al rey del pueblo, por lo que el rey decidió educar a ambos hombres. Llamó a ambos hombres para que se presentaran frente a él, y les puso sobre la mesa una oferta que ninguno de los dos podría rechazar. La oferta consistía en que uno de ellos tenía que pedir cualquier cosa que se le subiera a la mente – dinero, propiedades, un cargo en el gobierno, etc, y el otro iba a recibir el doble de lo que pidiera su compañero.
El rey se mantuvo esperando ansioso para ver cual iba a ser la petición, sin embargo ambos se negaron a sacar una palabra de su boca. El motivo de esto era obvio, ninguno de los dos era capaz de soportar que el otro vaya a recibir el doble que él. Al ver esto el rey, no le quedó otra que obligarlos a pedir algo, hasta que el envidioso abrió la boca primero y le dijo: “Señor rey, mi petición es que por favor me saque un ojo”.
Rabotay, la envidia es la debilidad humana más popular que hay. Prácticamente no hay persona que no envidie a alguien. Uno desea un ascenso en el trabajo igual que su colega, el otro desea una familia ejemplar como el primo, el otro desea la fama y el honor de un personaje específico, etc. La envidia es una sensación muy potente la cual siembra una molestia interior en la persona y no le permite descansar. La necesidad que hay en la persona de conseguir honor, status, influencia, ser siempre el primero en todo lugar, es algo que no permite que una persona vea como uno de sus pares tenga más éxito que él.
La envidia fue la causante de las primeras transgresiones en la historia de la humanidad. La luna tuvo envidia del sol, demandando Del Creador que lo hiciera más chico que ella. La serpiente tuvo envidia de Adam Ha´Rishon, por lo que se esforzó en causar que pecara y deje de ser tan cercano a la perfección. Kain mató a su hermano Hevel, dado que no fue capaz de ver como la ofrenda de su hermano era más bella que la suya.
A pesar de que la envidia es algo muy común, y es algo muy comprensible y también racional que exista, igual así nuestros sabios se negaron en aceptar esta cualidad de la envidia de forma absoluta, haciendo referencia a esta cualidad con una gravedad la cual prácticamente no lo encontramos en otros lugares u otras cualidades. Según nuestros sabios, la envidia es literalmente una seguláh para causar que la persona fallezca más temprano, dado que la envidia es una cualidad que no tiene límite, crece y crece y no hay forma de saciarla, llegando a un punto en el que finalmente saca a la persona de este mundo. Una persona la cual se ocupa de forma obsesiva en las vidas del resto de las personas, siempre va a encontrar alguien a quien envidiar. Al comienzo envidia al amigo del trabajo que gana más que él, luego una vez que mejoró su sueldo más que su amigo comienza a envidiar a su jefe que gana el doble que él, y así sucesivamente. Sobre esto fue que nos dijeron nuestros sabios en la mishná de Pirké Avot [4:21]: “Ha´Kiná, ha´tavá, ve´ha´cavod – motziim et ha´adam min ha´ölam” (La envidia, el deseo, y la busca del honor – sacar a la persona de este mundo).
Toda esta postura tan severa hacia el tema de la envidia despierta ciertos signos de pregunta cuando analizamos una de las historias más famosas en la Toráh – la discusión que hubo entre Koraj y Moshé. Moshe y Aharon fueron los primeros primos de Koraj. Los tres crecieron en la misma familia, sin embargo, se generó una diferencia muy grande en el status de cada uno de ellos. Moshé se convirtió en el más grande de los profetas, Aharon se convirtió en el Cohen Gadol – él más grande de los sacerdotes, y en cambio Koraj solamente quedó la persona más rica del pueblo, pero no obtuvo un cargo espiritual elevado como él de ellos. Estas diferencias causaron que Koraj explote de envidia hacia sus primos, sin embargo, no le quedaba otra opción más que guardar esta envidia dentro de él, hasta que encontró la oportunidad de oro para hacer algo al respecto. Después del pecado de los Meraglim (espías), en donde se decretó el terrible decreto que todo el pueblo iba a tener que fallecer en el desierto y no iban a entrar a la tierra de Israel, se despertó un enojo terrible del pueblo hacia los líderes del pueblo, y fue ahí que Koraj aprovechó la oportunidad de explotar su envidia.
Después de que se propagó la rebelión de Koraj sobre el pueblo al igual que se propaga un fuego en un campo de paja, Koraj logró reclutar a la élite de los hombres del pueblo para que lo apoyen en su rebelión, “Jamishim u´mataim nesié ëdá” (Doscientos cincuenta líderes de tribus y miembros del Sanhedrin). La rebelión estaba basada en que no había motivo para que Moshé y Aharon estén por sobre el resto del pueblo, y querían que se realice una elección democrática de nuevos líderes.
Fue justamente ahí que Moshé Rabenu sorprendió a todos con su reacción. Moshé le contesta a Koraj y sus seguidores con una respuesta que involucra una transparencia de sentimientos increíble, les dice: “De la misma forma que ustedes envidian a Aharon y desean sea Cohanim Guedolim, ¡Yo también siento esa envidia y deseo ese cargo! Pero que le vamos a hacer, solamente hay un Cohen Gadol”, es decir, Moshe increíblemente no descarta el sentimiento de envidia ni tampoco niega la ocupación en la vida de las otras personas. ¡Al revés! Reconoce que él mismo desea ese cargo tan elevado y santo que recibió Aharon Ha´Cohen. Tal como lo trae Rashi [Bamidbar 16:6]: “Amar lahem Moshe: En lanu ela Ha´Shem Ejad, Aron ejad, Torá ajat, Mizbeaj ejad, ve´Cohen Gadol ejad” (Les dijo Moshe: Solamente tenemos un D´s, un Aron Ha´Kodesh, Una Toráh, un altar, y un solo Cohen Gadol) “Va´atem mataim va´jamishim ish mevakshim kehuná? Af ani rotzeh be´caj!” (¿Y ustedes son doscientos cincuenta personas quienes piden la Kehuná? ¡Yo también la quiero!).
De ser así, entonces quedamos confundidos, ya que no queda claro si acaso la envidia es una cualidad venenosa tan mala a tal punto que arruina a la persona y la saca de este mundo, o al revés, quizás es una cualidad bendecida la cual impulsa a la persona para llegar a lo más alto
La respuesta para esto, es que como todo lo que fue creado por El Creador, fue creado originalmente por un buen motivo. Ha´Kadosh Baruj Hu no creo nada que sea veneno absoluto. Toda cualidad, medio o creación, fue diseñado como un elemento que ayude al ser humano a avanzar en la vida. A tal punto que incluso la envidia, por muy sorprendente que suene, es un aporte sumamente importante para nuestra vida, y por eso fue creada por Ha´Kadosh Baruj Hu.
La Guemará en Masejet Baba Batra [21a] dice “Kinat Sofrim Tarbé Jojma” (La envidia entre Sofrim – es decir, la envidia entre profesores que enseñan Toráh, aumentará la sabiduría), y así fue decretado para la halajá por Maran Ha´Shuljan Aruj [Yoré Deáh, simán 245, seif 18], trayendo que la envidia es algo bueno. ¿Qué quiere decir esto? Explican los comentaristas, que en realidad la envidia como elemento es una cualidad increíble. La envidia es un motor muy potente que nos provee energía y potencia para avanzar en la vida. Sin embargo, existen dos tipos de envidiosos, hay envidiosos que su envidia les genera intentar disminuir a su prójimo, intentando botarlo de aquello que los diferencia y que lo pone por sobre él. Este tipo de envidia obviamente es una envidia negativa, venenosa, la cual proviene de una carencia en el autoestima de la persona que siente la envidia. Pero por otro lado, existe un tipo de envidioso totalmente distinto, existe un tipo de envidioso que lo único que se ocupa es en trabajarse a sí mismo para elevarse a sí mismo, sin intentar disminuir al prójimo que se encuentra por sobre él. Este tipo de envidioso puede analizar el negocio de la competencia y absorber de él un ejemplo sobre cómo hacerlo para ser aún mejor todavía. Este tipo de envidia es absolutamente positiva, esta es una envidia que forma a la persona, le provee un motor enorme para avanzar en la vida con motivación y ambición sana.
Analicemos por un segundo los grandes envidiosos que analizamos anteriormente. La luna, en vez de agrandarse a sí misma, pidió que se achique el sol. Cain, envés de ocuparse en la ofrenda mediocre que él mismo trajo, prefirió matar a su hermano. Koraj, envés de convertirse a sí mismo en un persona elevada, en un gran hombre de bondad con todo el dinero que tenía, y con el cargo que tenía, decidió generar una rebelión para sacar a Moshe Rabenu y a Aharon Ha´Cohen de su cargo.
Sin embargo, a diferencia de todos ellos, encontramos otros personajes que tuvieron otro tipo de envidia. Por ejemplo, Rajel Imenu envidió a su hermana Leáh por los hijos que le nació, sin embargo, esta envidia era una envidia distinta, una envidia positiva y motivadora. Tal como lo trae Rashi [Bereshit 30:1]: “Va´tekané Rajel, kineá be´maäsea ha´tovim…” (Y Rajel sintió envidia, envidió las buenas acciones de Leáh) “Lulé she´tzadeká mimeni, lo zajta le banim” (Si no hubiera sido por esa envidia, no le hubieran nacido hijos).
Si nos fijamos bien, una persona solamente siente envidia por personas que se encuentran a un nivel parecido o cercano al de uno. Una persona puede envidiar a su colega de trabajo por recibir un ascenso, o puede envidiar un primo o un amigo por haber logrado algo en la vida, pero no va a envidiar al presidente de su país por el sueldo y el status que tiene, ni tampoco a una superestrella que tiene fama y riqueza. ¿Por qué no? ¿Por qué esta cualidad de la envidia solamente nace al momento en que vemos algo en otra persona parecida a nosotros y que nosotros no tenemos, y no envidiamos personas que están más lejanas a nuestra realidad?
La respuesta para esto rabotay, es dado que la envidia no es nada más y nada menos que la transparencia de nuestro propio potencial. Cuando veo alguien que tiene un potencial parecido al mío, con condiciones parecidas a las mías, y que ha llegado más lejos que yo en la vida, automáticamente va a nacer el sentimiento de envidia, una envidia de ver como él sí logró explotar su potencial y yo no. Es por esto que una persona solamente envidia personas que están a su nivel o un nivel parecido, ya que ve potenciales parecidos, solo que el nivel en que cada uno de ellos explotó aquel potencial es lo que difiere entre ellos. Quiere decir, en otras palabras, que la envidia es un motor propulsor de nuestro potencial, sin la envidia no sentiríamos ninguna urgencia o motivación por explotar nuestro potencial, ya que solamente la envidia de ver como otros si explotan su potencial en lugares donde yo también podría haberlo hecho, es justamente eso lo que nos impulsa a explotar el nuestro, impulsándonos para también poder llegar ahí. Sin embargo, tal como lo nombramos al comienzo, hay que tener sumo cuidado que esta envidia la ocupemos netamente para propulsar nuestro propio motor, y no para frenar el motor de nuestro compañero.
Shabat Shalom U´M´Voraj