PARASHAT PEKUDÉH

Considerar lo que va a pensar nuestro prójimo

Considerar lo que va a pensar nuestro prójimo

Nuestra Parashá comienza diciendo [Shemot 38:21]: “Ele Pekudéh Ha´Mishkan”, ¿Qué significa “Pekudé”? Dice Rashi que hace referencia a las cuentas del Mishkan. Sobre este verso, nos dice el Midrash [Shemot Rabáh 51:6] que cuando Äm Israel vio a Moshé Rabenu ingresando dentro de la nube, hubieron dos grupos de personas, y cada grupo describió la escena que estaban viendo de una forma distinta. Rabi Yojanan dijo que hubieron personas que dijeron “Ashré Yoladetó” (Dichosa la mujer que dio luz a este hombre), en cambio Rabi Jama dice: “Shamä Moshe letzané Israel medaberim meajarav” (Escuchó Moshé como los payasos de Äm Israel hablaban a sus espaldas). ¿Qué decían estos payasos? Dice el Midrash que se decían el uno al otro “Jamé kedal di´bré Ämram” (Miren el cuello ancho que tiene el hijo de Ämram) – en el fondo queriendo insinuar que Moshé Rabenu engordó de las ofrendas entregadas por Äm Israel, y luego el otro le contestaba: “!Obvio! Acaso un hombre el cual lideró el trabajo de la construcción del Mishkan y la recaudación de recursos, ¿No va a terminar siendo rico?” – en el fondo insinuando que era inminente que Moshé Rabenu haya tomado para él parte de los recursos que se entregaron. Cuenta el Midrash que al momento en que Moshé Rabenu escuchó esto, les dijo: “Jayejem, nigmar ha´Mishkan – eten lajem jeshbón” (Les prometo que al momento en que termine el Mishkan, les voy a dar una cuenta de todo lo que se trajo como donación para el Mishkan).

¿Una cuenta de todo lo que se trajo para el Mishkan? ¿Por qué? Esto es algo lo cual halajicamente no estaba obligado de hacerlo Moshé Rabenu, ya que halajicamente un Gabay Tzedaká (encargado de la recaudación de Tzedaká) no esta obligado en tener que dar una cuenta donde especifique los detalles de una recaudación que se haya realizado, lógicamente exceptuando un caso donde haya ocurrido algo sospechoso, o que el Gabay sea sospechoso, pero en caso de no haber nada sospechoso, halajicamente el Gabay Tzedaká no tiene ninguna obligación de dar cuentas especificando los detalles de la recaudación de Tzedaká

Es decir, es verdad que halajicamente tenemos prohibido realizar acciones que puedan despertar algún tipo de sospecha en el resto, tal como dice la Toráh en Parashat Matot [Bamidbar 32:22]: “Vi´hitem nekiim me´H´ u´me´Israel” (Y se mantendrán limpios frente a y frente a Äm Israel), verso del cual aprendemos que no debemos realizar acciones que puedan despertar sospecha en el resto y ensuciar nuestro nombre. Por ejemplo, nosotros sabemos que cada Rosh Jodesh Nisan todo Äm Israel donaba “Majatzit Ha´Shekel” para que se pueda comprar con ellos los Korbanot de la congregación, tal como lo leímos en la Parashá pasada, Parashat Vayakhel, y sobre esto trae la Mishná en Shekalim – y así fue decretado para la halajá, que cuando el Gabay ingresaba al cuarto donde se encuentra todo el dinero recaudado de los Majatzit Ha´Shekel, debía ingresar sin bolsillos y sin pliegues en su ropa, para asi no despertar ningún tipo de sospecha al salir.

Sin embargo, cuando se trata de un Gabay Tzedaká, quien es la persona quien recauda la Tzedaká, trae Maran Ha´Shuljan Aruj [Yoré Deäh, siman 257, seif 2] en nombre del Rambam que: “En mejashebin ïm Gabay Tzedaká” (No se hacen cuentas con un Gabay de Tzedaká), es decir, un Gabay Tzedaká no tiene porque estar dando cuentas sobre lo recaudado por la congregación, y así es la halajá. Sin embargo, el Rama agrega en nombre del Tur, que incluso si es que se trata de un “Gabay Kasher”, es bueno que el Gabay entregue una cuenta sobre lo que recauda, y ¿Por qué? Escribe el Rama para que se cumpla con lo que la Toráh trae: “Vi´hitem nekiim me´H´ u´me´Israel” (Y se mantendrán limpios frente a y frente a Äm Israel). Trae Rav Shneor Ashkenazi que ese fue el motivo por el cual Moshé Rabenu fue más allá de lo que la halajá le exige, y si entregó una cuenta a Äm Israel sobre todo lo que se había recaudado para la construcción del Mishkán, para que no exista posibilidad algún de que alguien vaya a sospechar sobre él y pensar que Jas Ve´Jalila Moshé Rabenu había tomado algo de las donaciones para sí mismo.

Para poder entender un poco mejor este concepto, me gustaría traerles una historia muy interesante, que quizás algunos la habrán escuchado. Trata sobre una familia, la cual probablemente todos nos ha tocado escucharla algunas vez, la familia Rotschild, familia de la cual salieron banqueros quienes fueron extremadamente ricos económicamente, y quienes fueron personas quienes donaron montos astronómicos de Tzedaká para mantener la Toráh y los necesitados de Äm Israel.

El cabeza de esta familia, era llamado Moshe Anshel Rothschild, conocido también como Meir Anshel Rotschild, él nació en Fraknfurt, y era el hijo de una familia de Rabanim muy temerosos del Cielo. Cuando Moshe Anshel Rotschild era joven, se le presentó la oportunidad de servir a un Rabino muy especial. En la comunidad de la ciudad de Chortkov en Galicia fue elegido como el Rabino principal a un Rav estudioso y jasid llamado Ha´Rav Tzvi Horowitz, quien algunos lo conocen como Ha´Rashlah Chortkov. Mucha gente lo visitaba para recibir su ayuda espiritual y económica, por lo que los fondos de las viudas y huérfanos siempre llegaban a su poder, y el los destinaba con absoluta meticulosidad. El trabajo de Jesed (bondad) que tenia que hacer con la comunidad estaba aumentando mucho para Rav Horowitz, por lo que ofreció un puesto de trabajo a quien quisiera ayudarlo, ofreciendo un sueldo bastante bajo, pero tendría el merito de estar pegado al Rav siempre.

El joven Moshe Anshel Rothschild escuchó de la oferta, y aprovechando el hecho de que tenia bajos costos de vida en aquel momento, aceptó la oferta de trabajo, ilusionado con poder ayudar a Rav Horowitz con sus organización de “Jesed”. Y así fue, Moshe Anshel Rothschild se convirtió en la mano derecha de Rav Horowitz y realmente pasó a ser como un miembro de su casa, gozando de la increíble influencia recibida de Rav Tzvi Horowitz. Pasó el tiempo, y el joven Moshe Anshel Rothschild llegó a la edad de shidujim. Al cabo de un tiempo corto, cerró shiduj con una familia de Siaten, una ciudad cercana a Chortkov, por lo que se mudó a vivir para allá. Su suegro le ayudó a que pudiera abrir una tienda pequeña, y con eso lograba sustentarse.

Al cabo de un tiempo corto, después de que Moshe Anshel Rothschild haya dejado la casa de Rav Tzvi Horowitz, llegó la festividad de Pesaj. Como todos los años, Rav Tzvi Horowitz empezó a realizar su “Bedikat Jametz” (Revisión de Jametz), y de repente cuando abrió uno de los cajones, casi se cae de espalda. Se dio cuenta que la billetera que tenia con 500 monedas de oro que habían depositado en sus manos con el propósito de financiar las necesidades de las viudas y los huérfanos de la ciudad, había desaparecido, ya no estaba dentro del cajón. Rav Horowitz dio vuelta su casa, pero igual así no logró encontrar la billetera con las 500 monedas de oro. Lógicamente estaba tremendamente apenado de la perdida del dinero, pero había algo que le generaba mayor pena aun, y era el hecho de saber que había un miembro de su propia casa quien había robado el dinero. Y ¿Quién era la única persona que sabia sobre la existencia de esa billetera con las 500 monedas de oro? Nada más y nada menos que Moshe Anshel Rothschild. Rav Horowitz estaba completamente quebrado, el sabia que Moshe Anshel era 100% confiable, sin embargo los hechos mostraban de que no había duda que era él quien había sacado el dinero.

Rav Horowitz decidió no contarle a nadie de lo sucedido, sino que tomar el caso por las riendas y solucionar el problema por sí mismo. Durante Jol Ha´Moëd, contrató una carreta y emprendió rumbo donde Siaten, la ciudad donde estaba viviendo Moshe Anshel. Mientras iba en el camino, Rav Horowitz intentaba como juzgar para bien a Moshe Anshel, se decía a sí mismo “Seguramente Moshe Anshel necesitaba un préstamo para el matrimonio, pero estoy seguro que lo va a devolver, no hay duda de eso, no creo que Moshe Anshel sea capas de tomar el dinero de los huérfanos y de las viudas sin tener la intención de devolverlo. Estoy seguro que apenas tenga el dinero lo va a devolver…” Y así continuó hasta que llegó a la ciudad donde vivía Moshe Anshel, obviamente le era muy incomodo para Rav Horowitz tener que encarar a Moshe Anshel a quien tanto lo quería, pero no le quedaba otra opción, él necesitaba ese dinero para poder financiar las viudas y huérfanos de la ciudad.

Cuando Moshe Anshel vio a Rav Horowitz, se impactó mucho, no esperaba que su rabino lo viniera a visitar. Rav Horowitz llevó a Moshe Anshel hacia un lugar privado donde pudieran hablar, y procedió a decirle lo sucedido. Le dijo que él no estaba sospechando de él pensando que había robado la billetera con las monedas de oro que iban destinadas paras las viudas y los huérfanos, sino que él entendía que producto del matrimonio había necesitado un poco de dinero por un tiempo, y que a pesar de que estaba prohibido hacer aquello que había hecho de sacar el dinero sin permiso, a pesar de que se lo haga con la intención de devolverlo, él entiende que algunas veces a la persona le cuesta superar la prueba, pero quien desea volver en Teshuváh siempre Ha´Kadosh Baruj Hu lo espera con brazos abiertos, por ende, por el hecho de que aquel dinero no es suyo, sino que de los huérfanos y de las viudas, no le queda otra opción que pedírselo de vuelta…

Moshe Anshel Rothschild se puso pálido, y lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas. No intentó excusarse ni dar explicaciones, sino que inmediatamente saco su billetera, y con lagrimas en los ojos le dijo a Rav Horowitz: “Kvod Ha´Rav, no tengo suficiente para pagarle lo que había en la billetera de una sola vez, por lo que le pido por favor que tome lo que hay acá, lo cual alcanza para la mitad del monto, y le ruego me de un tiempo para pagarle el resto del monto en un par de cuotas”. Y así fue, Rav Horowitz recibió el dinero, y luego en un par de meses Moshe Anshel Rothschild con mucho trabajo duro logró terminar de pagar la ultima cuota del monto que había dentro de la billetera.

Transcurrieron un par de meses, y de repente mientras Rav Horowitz se encontraba estudiando en su casa, le tocan la puerta un par de policías. Le pidieron al Rav que por favor se dirija al cuartel policial ya que el coronel quería hablar con él urgente. El pobre Rav no entendía que estaba pasando, él sabía que no había hecho nada ilegal.

Cuando llegó Rav Horowitz al cuartel policial, el coronel lo recibió con una buena cara e inmediatamente procedió a preguntarle si acaso le habían robado un dinero de su casa hace un par de meses. El Rav le contestó que si, pero que el monto robado ya se lo habían pagado de vuelta. El coronel al escuchar esto estaba muy impactado, por lo que le pidió a Rav Horowitz que le cuente en detalle que era lo que había sucedido, sin necesidad de tener que utilizar nombres. Así fue, Rav Horowitz le contó lo que había sucedido con Moshe Anshel, y al finalizar, el coronel le dijo a Rav Horowitz: “Rabino. No se quien es este joven que me esta diciendo, pero quiero que sepa que es un joven muy especial”. “¿Por qué dice eso señor coronel?” Le preguntó el Rav. Y fue ahí que el coronel sacó una billetera en frente del Rav, y le dijo: “Rabino ¿Reconoce esta billetera? Esta billetera tiene 500 monedas de oro dentro de ella, y sabemos que le pertenece a usted. Tómela por favor.”

El Rav estaba absolutamente impactado de lo que estaba sucediendo, por lo que le pidió al coronel explicar por favor que era lo que había sucedido y como habían llegado a encontrar esa billetera. Y ahí fue que el coronel le contó la verdad de los hechos. Resulta que en la casa de Rav Horowitz trabajaba una señora que limpiaba la casa de vez en cuando. Esta señora encontró una ventana de tiempo donde no había nadie en la casa, y robó la billetera del Rav. Cuento corto, el marido de esta mujer es alcohólico, y en uno de esos días, se encontró con que no tenia dinero para comprar un trago en el bar, pro lo que saco una de las monedas de oro de la billetera y fue a pagar con eso en el bar. El dueño del bar encontró raro el hecho que este hombre este cargando una moneda de oro, por lo que le preguntó de donde la había sacado, y el marido de la sirvienta le dijo que se la había encontrado tirada. Al día siguiente, nuevamente el mismo cuento, llegó el hombre al bar y pagó con una moneda de oro idéntica a la del día anterior. Esta vez el dueño del bar entendió que había algo extraño, ya que este hombre llegaba ebrio con monedas de oro y diciendo que se las encontró, por lo que inmediatamente llamó a la policía. La policía llegó, hiso un seguimiento del caso, y así fue que encontraron la billetera con las monedas de oro.

Rav Tzvi Horowitz se impactó de lo que acababa de escuchar, por lo que saliendo del cuarte, inmediatamente lo primero que hizo fue viajar donde Moshe Anshel Rothschild para hablar con él. Cuando llegó donde él, lo abrazó y le pidió disculpas de corazón por haberse siquiera atrevido de sospechar de él, e inmediatamente le preguntó por qué había hecho eso, por qué había aceptado pagar la perdida de la billetera y no había negado su culpa de los hechos, por qué no le dijo la verdad y envés de eso asumió la responsabilidad de algo que no correspondía recaer sobre él. 

Moshe Anshel Rothschild le dijo a Rav Tzvi, que primero que todo le pide disculpas si es que le generó algún tipo de inconveniente producto de esto, pero en realidad al momento en que vio al tan Rav preocupado por la perdida de la billetera, lo que en realidad vio frente a sus ojos fue el sufrimiento de las viudas y los huérfanos que no podrían obtener esta ayuda. Además, él sabia que por mucho que negara los hechos, tratando de convencer al Rav de que él no era el ladrón, a pesar de que fuera verdad, era muy difícil que le vaya a creer. Por ende, por esta razón, se vio en la obligación de asumir la responsabilidad de la perdida, no quería dejar lugar para que el Rav vaya a quedarse pensando mal de él, a pesar de que en realidad no le correspondía.

Rav Tzvi Horowitz, no podía creer lo que estaba escuchando. Permaneció en silencio durante un par de segundos, apoyó sus dos manos sobre la cabeza del joven Moshe Anshel Rothschild, y con lagrimas en los ojos lo bendijo diciéndole: “Que sea la Voluntad Del Cielo, que todo lo que toques, se convierta en oro”.

Rabotay, no creo que haya necesidad que les cuente el efecto que tuvo esa Berajá en ese momento tan elevado, Moshé Anshel Rothschild se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo en el siglo 19, y el resto de sus generaciones, hijos, nietos, etc, lo único que hicieron fue hacer crecer más y más aquella fortuna, llegando a ser los banqueros más influénciales de Europa, y donaban cantidades astronómicas de Tzedaká para mantener el mundo de la Toráh.

No se trata de ser paranoico respecto al tema, pero si debemos saber que es nuestra responsabilidad preocuparnos de siempre ir más allá de lo que la ley nos exige cuando se trata de no hacer algo que se vaya a ver extraño frente al resto de la gente, no confiarnos en los buenos anteojos que tienen algunos, dado que hay mucha gente que no necesariamente van a interpretar lo que hagamos para bien y por ende de nosotros depende poner atención a esos pequeños detalles para que eso no suceda, y siempre tener claro que al actuar de esta forma, nunca vamos a perder.

Shabat Shalom u´m´bora