No confiarse en nadie cuando se trata de nuestra Neshamá
En Parashat Tetzaveh, la Toráh comienza diciéndonos [Shemot 27:20]: “Ve´ata tetzavé et bené Israel ve´ikju eleja shemen zait zaj katit la´maor lehaälot ner tamid” (Y tu comandarás a los hijos de Israel, y llevarán a ti aceite de oliva puro, exprimido para alumbrar con él las velas constantemente).
Hay un mensaje bien especial que nos trae este verso, y para entenderlo mejor traeremos una historia que nos ayudara a entender un poco mejor este mensaje. Hace unos cuantos años atrás, había hombre rico que ya se había acercado un poco a la edad de su vejez, por lo que decidió revisar el nivel de entrega y amor que tiene cada uno de sus tres hijos por él. ¿Qué hizo? Le envió una carta a cada uno de los hijos notificándoles que en unos cuantos días iba a llegar a visitarlo a su casa para hospedarse ahí por un tiempo corto. Su trayecto lo comenzó por la casa de su hijo primogénito. Se hospedó ahí durante unos días, y antes que llegará el momento en que tenia que irse, el padre llamó a su hijo para decirle algo a solar, y abrió el padre diciéndole: “Hijo mio, tu sabes, yo no se cuando será el momento en que tenga que dejar este mundo, pero llegará. Me gustaría saber qué es lo que vas a hacer para la elevación de mi alma una vez que haya dejado este mundo.”
El hijo respiró profundo, y con una voz titubeante le dijo: “Padre, voy a abrir un Kolel para la elevación de tu alma, y les voy a donar un Bet Ha´Midrash lleno de libros. Todos los gastos van a ser cubiertos por mi, y todo eso lo hare para aumentar los méritos que ayuden a la elevación de tu alma”. Cuando el padre escuchó esto, se puso muy contento, por lo que decidió continuar con la casa de segundo hijo. Cuando llegó a la casa de su otro hijo, le preguntó lo mismo: “Hijo, me gustaría saber qué es lo que vas a hacer para la elevación de mi alma una vez que haya dejado este mundo.”
El segundo hijo también respiró profundo y le dijo: “Padre, voy a abrir una Yeshiváh para jóvenes al lado de tu tumba, la voz de Toráh que se va a estudiar ahí va a escucharse día y noche. También voy a fundar organizaciones que acerquen personas a la Toráh y también que hagan bondad con los necesitados. Todo eso lo hare para la elevación de tu alma padre querido”.
Cuando el padre escuchó esto, nuevamente se puso muy contento, por lo que decidió continuar con la casa del tercer y ultimo hijo. Llegó a la casa, y nuevamente hizo su pregunta. Esta vez, el hijo no le contestó de inmediato, sino que le entregó una chaqueta, una mochila, una botella de agua, y le pidió traer una antorcha consigo, diciéndole: “Padre, ven conmigo al bosque, ahí te mostraré la respuesta para tu pregunta…”
El padre vio que el hijo también agarró una antorcha grande y un bidón de agua para llevar, por lo que el padre pensó que al parecer no necesitaría llevar su antorcha y su botella de agua, ya que con esa antorcha y con ese bidón de agua seria suficiente para ambos, por lo que decidió dejar su antorcha y su botella en la casa. El hijo comenzó a llevar a su padre profundo dentro del bosque, llegó un punto en que ingresaron dentro de una cueva muy profunda y oscura y caminaron ahí casi dos horas. De repente, se apagó la antorcha que estaba en la mano del hijo. El hijo miró a su padre y le dijo: “Padre, por favor enciende la antorcha que trajiste contigo”. El padre comenzó a tartamudear, y le dijo: “La verdad hijo mío es que no traje la antorcha, me confié en ti, en la antorcha que trajiste”.
El hijo se quedó callado, y sacó un nueva antorcha de la mochila que había traído consigo, la encendió y luego se dirigió a su padre quien aun estaba un poco impactado de lo que estaba pasando, y le dijo: “Padre, nos volvemos a la casa”. El padre, quien ahora estaba aun más impactado de lo que estaba pasando, le pregunta al hijo: “ ¡No entiendo! Si es que trajiste contigo otra antorcha, entonces ¿Para qué me pediste que trajera una antorcha conmigo también? Y ahora que tienes una antorcha adicional, ¿Por qué decides volver a la casa?”.
El hijo sonrió y le contestó a su padre: “Padre querido, quise contestarte a tu pregunta. Y tal como puedes ver, la respuesta para tu pregunta es: ¡No te confíes en nadie! Tu todavía estas vivo BH, y debes saber que ahora es el momento mas propicio para que tu mismo te preocupes de la elevación de tu alma, es ahora que puedes estudiar otro capitulo de mishnáh, otra pagina de Guemará, agarrar tu dinero y hacer bondad con el resto, invertirlo en Toráh y en cosas que ayuden a elevar tu alma en el futuro. Si es que te quedas esperando hasta después de tu muerte, esperando que tus hijos sean quienes eleven tu alma, puede ser que te encuentres con que todas las promesas que te hicieron fueron en vano. Eso quise transmitirte padre querido, que por mucho que te quiero, lo que más quiero es que tu mismo te preocupes de la elevación de tu alma y no te confíes en nadie mas.”
Eso es lo que nos viene a decir la Toráh con el verso que vimos al comienzo “Ve´ata tetzavé et bené Israel ve´ikju eleja shemen zait zaj katit la´maor lehaälot ner tamid” (Y tu comandarás a los hijos de Israel, y llevarán a ti aceite de oliva puro, exprimido para alumbrar con él las velas constantemente). Pregunta el Sforno: “¡Pero si ya fuimos comandados en Parashat Terumáh respecto a traer aceite para encender las velas! Entonces ¿Para qué viene la Toráh y nos comanda de nuevo?” Sobre esto contesta el Sforno que la Toráh nos viene a decir que el aceite puro que alumbra, en realidad es un símbolo de nuestra Toráh Ha´Kedoshá que alumbra al mundo. La Toráh es lo que le da vida a la persona y lo que sostiene este mundo. Por eso viene la Toráh y nos advierte que debemos “!Lehaälot ner tamid!” (mantener siempre encendida la vela alumbrando), tal como esta escrito sobre la Toráh “Ve´Hagita bo yomam va´layla” (Y te ocuparas en ella día y noche).
Pero por sobre todo, nos dice la Toráh en nuestra Parashá: “ve´ikju eleja shemen zait zaj” (y llevaran a ti aceite de oliva puro) - “Eleja” (a ti) ¡Esta prohibido confiarse en otros cuando se trata de temas espirituales! Una persona nunca debe decirse a sí mismo: “Yo puedo darme el lujo de no ocuparme en el estudio de la Toráh, si total hay otras personas que se están ocupando por mi…” ¡No! La Toráh nos dice “ve´ikju eleja shemen zait zaj” (y llevaran a ti aceite de oliva puro), a ti te incumbe ocuparte de la Toráh y no confiarte en el estudio de otros.
Por otro lado, la Guemará en Baba Kama [116a] nos dice: “Col she´einó maniaj ben le´yareshó – Ha´Kadosh Baruj Hu malé älav ëvrá” (Todo el que no deja un hijo para heredarlo – Ha´Kadosh Baruj Hu se enoja con él). Lo cual es bastante curioso, dado que técnicamente la Guemará debiera haber escrito “Col she´einó maniaj ben lehorisho” (Todo el que no deja un hijo que lo herede), ya que el hijo es quien hereda al padre, entonces ¿Por qué la Guemará escribió “Col she´einó maniaj ben le´yareshó” (Todo el que no deja un hijo para heredarlo), lo cual hace referencia a que el padre hereda al hijo?
Cuando la persona deja este mundo y llega al mundo por venir, recién ahí se da cuenta del valor real que tienen las mitzvot en este mundo. Es ahí cuando la neshamá comienza a sentir un deseo y una necesidad real de juntar más y más mitzvot para así poder seguir elevándose en el mundo por venir y acercarse más Al Creador, y se arrepiente de lo que no hizo en este mundo, sin embargo, en ese entonces ya es demasiado tarde. En el mundo por venir la neshamá no tiene la opción de hacer más mitzvot. Entonces ¿Qué opción tiene? Dice la Guemará en Masejet Ëruvin [70b]: “Berá kerä de´abú” (El hijo son los pies del padre), es decir, gracias a que el hijo del difunto sigue haciendo mitzvot sobre este mundo y estudiando Toráh, aquello causa que el padre siga avanzando y elevándose en el mundo por venir, actuando literalmente como los pies del padre sobre este mundo. En otras palabras, el hijo que el difunto dejó sobre este mundo es quien le hereda al padre la Toráh y las mitzvot que sigue haciendo sobre este mundo, y no al revés, por eso la Guemará escribió “ben le´yareshó” y no “lehorishó”.
Pero de ser así, entonces como puede ser que la Guemará escriba “Col she´einó maniaj ben le´yareshó – Ha´Kadosh Baruj Hu malé älav ëvrá” (Todo el que no deja un hijo para heredarlo – Ha´Kadosh Baruj Hu se enoja con él). ¿Qué pasa con las personas que no pudieron tener hijos en este mundo porque eran estériles J”V, o aquellas personas que tuvieron solamente hijas? ¿Cómo puede ser que Ha´Kadosh Baruj Hu se enoje con ellos, qué culpa tienen ellos de no haber dejado un hijo en este mundo que les pueda heredar? La respuesta para esto la trae la Guemará en Masejet Sanhedrin [19b], donde nos dice: “Kol ha´melamed ben javeró Toráh, maäle älav ha´katuv keilu yeladó” (Todo el que le enseña al hijo de su amigo Toráh, se le considera como si es que él mismo lo hubiera parido). Quiere decir, que incluso si es que una persona no tuvo el merito de dejar un hijo sobre este mundo que le pueda heredar su Toráh y mitzvot, igual así puede tener el merito de esto a través de tener alumnos a quienes le enseñe Toráh, y estos alumnos van a considerarse como sus hijos, de tal forma que una vez que deje este mundo, va a heredar la Toráh y las mitzvot de aquellos alumnos mientras se encuentre en el mundo por venir.
De todas formas, esto no contradice lo que trajimos al comienzo. Es decir, si bien una persona tiene que preocuparse de dejar en este mundo hijos o alumnos que le hereden Toráh y mitzvot cuando él este en el mundo por venir, y es sumamente importante hacerlo dado que esto eleva el alma de la persona, en realidad no debe confiarse en ello, no debe confiarse en que ellos van a preocuparse de elevar su alma, sino que la persona misma debe ocuparse en la Toráh y en las mitzvot por sí misma en este mundo mientras aun se encuentra acá, preocupándose de elevar su propia alma, sin confiarse en nadie ni nada cuando se trata de temas espirituales, y ese es el mensaje que nos trae la Toráh.
Shabat Shalom u´m´voraj.