HALAJOT JOSHEN MISHPAT
Un invitado se olvidó en la casa de quien lo estaba hospedando un objeto que el hecho de recibirlo de vuelta por parte del dueño de casa le generaría una vergüenza, ya sea por que se trata de algo intimo o de algo que el dueño del objeto no le gustaría que supieran que es suyo. Por este motivo, el dueño de casa no sabia si acaso aun así debía devolverle el objeto o no, ya que por un lado existe la mitzváh de “Hashavat Ävedá” (Devolver un objeto extraviado), pero por otro lado existe la vergüenza que se le va a generar al momento en que reciba el objeto, y él no quiere generarle vergüenza a la persona. ¿Cuál es la halajá en este caso?
Existe un verso en la Toráh [Devarim 22:1] que dice: “Lo tiré et shor ajija o et seó nidajim ve´hitälamta me´hem, hashev teshivem le´ajija” (No verás el toro o el cabrito de tu hermano perdidos en el camino y los ignorarás, devuelve se lo devolverás a tu hermano). Sobre este verso la Guemará en Masejet Berajot [19b] trae que al decirnos la Toráh “ve´hitälamta me´hem” (y los ignorarás) – viene a decirnos que hay veces donde si se puede ignorar una perdida, como por ejemplo el caso de un anciano o una persona honrada para la cual no esta a su nivel de honor devolver el objeto que se encuentra tirado frente suyo. ¿Cómo medimos este nivel de honor? Todo depende de si es que aquel anciano o persona honrada se hubiera molestado en levantar aquel objeto si es que hubiera sido suyo.
Así fue decretado para la halajá por Maran Shuljan Aruj [Joshen Mishpat, siman 263, seif 2], trayendo que esto mismo aplica respecto a un sabio o un anciano honrado quien no acostumbran cargar en sus manos un objeto como el objeto que se encuentra extraviado delante suyo. Por ende según esto, perfectamente podríamos decir que de la misma forma que en caso de que existe una vergüenza para quien esta devolviendo el objeto existe eso es suficiente como para dejarlo exento de la obligación de devolver el objeto, así mismo y con mayor razón que cuando existe una vergüenza para quien se le esta devolviendo el objeto no existiría una obligación de devolver el objeto, dado que todo el propósito de devolver un objeto es llenar un vacío del prójimo. Y si es que la Toráh se preocupó del vacío monetario de la persona, con cuanta mayor razón que se va a preocupar de no atentar en contra de su honor.
Aquello que el honor de la persona es más importante que su dinero, lo encontramos en la Guemará de Jaguigá [5a] respecto al verso en Kohelet [12:14] que dice “Ki col maäséh ha´Elokim yaví be´mishpat, äl col neëlam im tov im rä” (Dado que toda acción será considerada en el juicio por Elokim, incluso en aquellas cosas ocultas, ya sean para bien o para mal), lo cual la Guemará dice en nombre del Bet Ha´Midrash de Rabi Yanai que este verso hace referencia a una persona quien se preocupa de dar Tzedaká a una persona necesitada haciéndolo en publico cuando el necesitado en realidad hubiera deseado que sea en privado, lo cual una acción como esta es más lo que atenta en contra del honor del necesitado que el beneficio que le otorga recibir aquel dinero de esa manera, y hubiera preferido no recibirlo y no pasar esa vergüenza. Tal como lo vemos en le caso de Yehudá y Tamar, donde Yehudá estuvo dispuesto a dejar en mano de Tamar sus pertenencias con tal de no correr riesgo que se descubra lo que él había hecho y aquello atentara en contra de su honor, diciendo “tikaj lah pen nihihe labuz” (Que ella se lleve las pertenencias, no vaya a ser que cause un denigro). Así lo decretó para la halajá el Gaon Rav Zaäfrani en si libro Yavó Yedid [tomo 2, Joshen Mishpat, siman 71].
EN RESUMEN
Se debe medir bien lo que piensa en dueño del objeto extraviado, de tal forma que si que se considera que para él su honor es más importante que su dinero, y va a preferir que no se le devuelva el objeto para no pasar una vergüenza, no se lo debe devolver.