Qué aprendemos del fruto de la uva
En Parashat Vayeji, Yaäkov Avinu se encuentra en sus últimos días de vida antes de fallecer, por lo que decide bendecir a cada uno de los hijos de forma separada, cada uno con una bendición distinta. Al analizar cada una de las bendiciones entregadas por Yaäkov Avinu a sus hijos, nos damos cuenta que cada una de ellas estaba directamente conectada con la esencia del hijo que la estaba recibiendo y su misión en este mundo. Es más, cada bendición que entregó Yaäkov Avinu posee un mensaje oculto que de una u otra forma nos revela cierta misión personal que nos tiene El Creador para cada uno de nosotros. Interesantemente, cuando Yaäkov bendice a Yehudáh, lo bendice con la bendición más larga de todos los hermanos. No nos olvidemos que todos los reyes de Äm Israel son de Maljut Yehudáh y Melej Ha´Mashiaj viene de la descendencia de Yehudáh. De todas formas, hay una parte dentro de esta bendición entregada por Yaäkov Avinu a Yehudáh, que es lo que justamente nos gustaría analizar y profundizar un poco más en el mensaje que nos viene a dejar.
Cuando Yaäkov Avinu bendice a su hijo Yehudáh, entre las cosas que le dijo, aparece en la Toráh [Bereshit 49:11]: “Kibes ba´yain kesutó, u´b´dam änavim sutó” (Lavó su prenda con vino, y en la sangre de uva “sutó”). Y algunos de los mefarshim explican que la palabra “sutó”, viene de la palabra en arameo “asuta”, la cual significa “curación”. Sin embargo, ¿Qué tiene que ver “asuta” con el vino y la “sangre de la uva”?
Imaginémonos un hombre que va caminando y de repente ve un viñedo muy lindo, muy ordenado, muy bien cuidado, lleno de uvas grandes, en su peak, listas para exponerlas sobre una mesa de reyes. Este hombre se dirige donde el agricultor de las uvas y le dice: “Hey! Córtalas del árbol! Mira que lindas que están!”… Sin embargo, el agricultor por algún motivo no presta atención a sus palabras y deja las uvas conectadas al árbol de vid.
Transcurren un par de días, días en los cuales el sol le pega de lleno a las uvas, y resulta que comienza a aparecer sobre la cascara de las uvas unas manchas de color café o negro. Las uvas todavía se ven tremendamente deliciosas y jugosas, pero menos lindas de lo que se veían hace un par de días. Nuevamente este hombre ve al agricultor del viñedo y le dice que corte las uvas lo antes posible, le dice que las salve para que no se machuquen en el árbol, pero nuevamente el agricultor no presta atención a sus palabras y continua dejando las uvas conectadas al árbol de vid.
Transcurrió un tiempo más, y las uvas ya estaban en un estado que se veía como si en cualquier momento se iban a caer del árbol, se veían uvas secas, ya no estaban infladas como estaban hace un par de semanas. De repente, este hombre se da cuenta que el agricultor comienza a cosecharlas una por una, recolecta una cantidad importante, y de repente se las lleva a un lugar donde comienza a pisarlas hasta que escurre un liquido de color oscuro de las uvas y también empieza a salir una espuma.
Este hombre no entendía muy bien lo que estaba haciendo el agricultor. Sin embargo, transcurrieron 40 días, y de ese liquido negro que salió de unas uvas secas, salió un vino delicioso con un olor increíble. Es decir, de aquello que se veía como “dam änavim” (sangre de uva), sangre de uvas dañadas y golpeadas, finalmente nos dimos cuenta que esa era la “asuta” (curación). Vemos acá como todo el proceso el cual frente a los ojos de este hombre se veía como algo incorrecto y carente de sentido, y en realidad era justamente el proceso más correcto para llegar al mejor resultado, ya que cuando se trata de vino, al momento de hacerse la vendimia - que es la cosecha de las uvas, es sumamente importante hacerlo con uvas secas, ¿Por qué? Básicamente por el hecho de que al estar la uva seca, es un signo que la uva ya comienzo a disecarse, y al comenzar a disecarse lo primero que bota la uva es el agua que tiene acumulada dentro de ella, por ende cuando se cosecha una uva parcialmente seca, se esta seguro que dentro de ella hay 100% jugo de uva neto y concentrado, por eso también sale de un color más oscuro, haciendo que se parezca a “dam änavim” (sangre de uva).
Eso es lo que le dijo Yaäkov Avinu a Yehudáh: “Hijo, todo lo que pasó con Yosef se vio como un “dam änavim” (sangre de uva). Todo se complicó, se puso tenso, tuviste que incluso poner en juego tu alma por el bien de la familia cuando asumiste responsabilidad por Binyamin tu hermano. Sin embargo, al final ¿Qué salió de todo esto? Esto trajo la curación completa para toda la familia, generando la unión y el perdón entre las tribus. Hijo, aquello que se vio como “sangre de uva” desde un comienzo, en realidad terminó siendo “asutá” (curación)”.
Les quiero contar una historia real, que me sucedió a mi, y creo que esta historia de la misma forma que me mostró a mi como la salvación se esconde en donde uno menos lo espera, para quien no la conozca, le va a servir para aprender algo clave a la hora de enfrentar una prueba.
Hace aproximadamente 6 años atrás, yo vivía fuera de la tierra de Israel, en Chile, y si bien la mayor parte de mi tiempo lo invertía en el estudio de la Toráh, había también parte de mi tiempo que lo invertía en poder tener mi propia parnasá y poder ayudar a la gente. Sin embargo, mientras más me adentraba en el estudio de la Toráh, más crecía dentro de mi la curiosidad de poder darme alguna vez la oportunidad a mí mismo de poder congelar un año y subir a la tierra de Israel para sentarme a estudiar Toráh en una Yeshiváh durante por lo menos año, día y noche, antes de casarme, y así poder ver hasta que punto podría llegar en mis niveles de conocimiento. Sin embargo, esto no iba a ser algo simple de hacer. ¿Por qué? En aquel tiempo yo era socio de una empresa de servicios audiovisuales, tenia otro socio quien era una persona de otro pueblo y nos dedicábamos a prestar servicios de iluminación y audio para todo tipo de eventos, incluso algunas veces producíamos matrimonios a precio costo para gente que no tenia como pagar el matrimonio. Mi rol como socio en aquella empresa era encargarme del abastecimiento de equipos y de las finanzas de la empresa, mientras que mi otro socio se encargaba de todo el tema operacional.
¿Cuál era el problema con todo esto? El problema era que dos meses antes de que yo decidiera subir a la tierra de Israel para estudiar Toráh, habíamos decidido junto con mi socio comprar un conteiner con la última tecnología en audio y luces de China, esto nos iba permitir entrar en un área del rubro muy rentable, el precio total del conteiner eran $30.000 dólares, y para encargarlo, la fabrica le bastaba con que paguemos un 25% adelantado, ya que nos conocían bien, y el 75% restante nos dejaban pagarlo al momento en que el conteiner salía de China. Cuento corto, recibimos un mail de la fabrica que el conteiner estaba listo, al momento en que decidí subir a Israel, y por ende significaba que había llegado el momento en que teníamos que transferir el 75% restante del conteiner que equivalía a $22.500 dólares, sin embargo, en aquel momento, por distintos motivos, nos faltaba casi el 100% del dinero.
Si bien yo tenia muchísimas ganas de poder irme a Israel, no me sentía cómodo y responsable dejando a mi socio solo con toda la operación y sin haber dejado por lo menos pagado el conteiner, incluso halajicamente puede ser que este prohibido por considerarse “Davar Äved”. Por mucho que pensara de donde traer ese dinero para pagar lo que nos quedaba del conteiner, según mis cálculos, y con el flujo que estábamos teniendo, con mucha Siata Di´Shmaya en dos meses más podríamos pagar el monto sin comprometer a la empresa. ¡Dos meses! El simple hecho de pensarlo me deprimía, el tiempo en las Yeshivot comenzaba en un mes más, y no quería llegar atrasado a menos de que no me quedara opción. Por ende, nos juntamos con mi socio, y decidimos que íbamos a vender todos los equipos que encontremos que no rotan más de una vez al mes. Y así fue, publicamos todos los equipos que no tenían una alta rotación, con la esperanza de que los podamos vender y pagar lo que nos faltaba del conteiner. Pasó una semana, y no recibimos ni siquiera una llamada de alguien que estuviera interesado en comprar alguno de los equipos antiguos. Pasó una segunda semana, y nada, ninguna llamada, los equipos seguían parados en nuestra bodega juntando polvo. Al ver esto, me empecé a preocupar, me decía a mí mismo que a este ritmo, difícilmente me podría ir a Israel. Mas vale tarde que nunca, en ese momento, entendí que la única salvación era rezarle a H´ para que de una u otra forma me ayude a poder subir a Israel pronto y comenzar con todos la Yeshiváh. Durante esa etapa, no había Tefiláh que no haya terminado llorando suplicandole a H´ para que me ayude a subir de una vez por todas y poder estudiar Toráh día y noche que era lo que tanto quería. Así estuve toda la semana, llorando como un niño en cada una de las Tefilot para que H´ me ayude a terminar lo que tenia que terminar en Chile y poder subir a Israel de una vez por todas.
Llegó Shabat de aquella semana. Habíamos recién vuelto a la casa del rezo matutino junto con mi padre, una caminata de 45 minutos en un lindo y caluroso día de verano. Preparé dos vasos con cerveza fría para mi padre y para mi, y de repente veo que mi padre llega un poco preocupado a la terraza de la casa. Le pregunté: “¿Qué pasa? Se te ve preocupado”, a lo que me contestó: “Se me olvidó apagar el celular, y me dijeron que el celular no paró de sonar durante el tiempo en que no estuvimos. Se que no me debo preocupar, pero ¿Quizás pasó algo? ¿Quizás es una llamada urgente de Israel?”. Yo escuche esto, y me dije a mi mismo: “Esta es una oportunidad para que juntos con mi padre nos fortalezcamos en Emunáh”, por lo que le dije: “Aba, dime algo por favor. Pensemos un segundo en la situación. ¿H´ sabe que tu cuidas Shabat? Seguro que si, ¿Cierto? Bien. Y ¿Por qué cuidas Shabat? Porque H´ te comandó descansar en este día y dejar de lado tu teléfono y todo el resto de las cosas mundanas, ¿Cierto? Bien. Ahora dime por favor, ¿Acaso existe la posibilidad de que H´ a sabiendas que ahora te encuentras haciendo netamente Su voluntad, te vaya a traer algo que te perjudique, y que el daño haya sido causado porque te encuentras cuidando Shabat? ¡Obvio que no! Quédate tranquilo, no hay nada que preocuparse Aba querido, en Shabat H´ cuida todo lo mundano que tenga que ver con nosotros.” Mi padre escuchó mis palabras, y me dijo: “Tienes razón, no hay nada que preocuparse.” Y procedió a tomar su vaso de cerveza para que hagamos un Lejaim de Öneg Shabat.
Cuando salió Shabat, mi padre fue a ver el celular y se dio cuenta que todas las llamadas que había recibido en la mañana de Shabat habían sido de la central de alarmas, al parecer se había activado un rayó en su oficina por equivocación y se había activado la alarma unas cuantas veces en su oficina. Al final lograron arreglar el problema y dejaron de llamar. Sin embargo, cuando yo subí a mi cuarto, al momento en que agarré mi celular, me encontré con 5 llamadas perdidas de mi socio, y un mensaje que decía: “Ron, nos entraron a robar a la bodega anoche, por favor llámame urgente”. Lo llame inmediatamente a mi socio, y me dice: “Voy camino a la bodega, no se aun cual es el daño que nos hicieron, te llamo llegando para allá”. Al momento en que llegó a la bodega, me llama y me dice: “De las 300 bodegas que hay en el recinto de bodegas, entraron a robar solamente a 3 de ellas, y una de esas bodegas es la nuestra. Estuvieron una buena cantidad de tiempo acá adentro, ya que esta todo desordenado, se ve que tuvieron tiempo para buscar entre los equipos, y te digo Ron, faltan cosas, faltan muchas cosas a simple vista.”
Rabotay, imagínense, no solamente venia rezando y llorando en mis rezos para que H´ me ayude a cerrar los temas en Chile y pagar el conteiner para subir a Israel, sino que justamente acababa de haberle dado un discurso motivacional a mi querido padre de Emunáh, respecto a que no existe posibilidad de que H´ nos traiga algo malo en Shabat siendo que es justamente el día en donde nos abstenemos de todo lo mundano para llevar a cabo Su voluntad, y resulta, que al abrir mi teléfono, me doy cuenta que justamente al que estaban probando respecto a aquello era a nada más y nada menos que a mi, me estaban diciendo del Cielo “Naé Doresh, Naé Tekayem” (De la misma forma que hablas, ahora te toca cumplir), veamos como tu actúas ahora, y la verdad, es que desde un comienzo tuve la Siata Di´Shmaya de aceptarlo para bien. Si bien podría perfectamente haber caído en la trampa de pensar: “Que terrible, justo ahora que lo único que quería era irme a Israel para estudiar Tu Toráh, envés de quedarme solamente preocuparme de cubrir el pago del conteiner, ahora voy a tener que preocuparnos también de reponer todos los equipos que se perdieron y nos robaron, y no entran dentro de la póliza de nuestro seguro, (ya que teníamos asegurado hasta un daño máximo de $7.000 dólares, y no por un tema de robo, sino que por temor de daños producto de la humedad y cosas parecidas, ya que supuestamente en el recinto de las bodegas había un guardia rondando 24/7 con vigilancia de cámaras, etc, por lo que daño de robo no era algo que podía causar un daño mayor), y podría haber caído en deprimirme, pensando que quizás H´ no quería que me vaya a Israel, y por eso esta haciendo esto, y que lo único que hace es aplazar aun más mi viaje a Israel, etc, etc, etc.” Sin embargo rabotay, de Arriba me dieron la fuerza de enfrentar toda la situación de forma positiva, con energía productiva, desde el primer momento, me dije a mi mismo: “Esto tiene que se parte de un Master Plan. No voy a caer en la trampa. Voy a fluir tranquilo, y vamos a ver como terminan las cosas”.
Lo primero que hicimos fue hacer comenzar a hacer un inventario de todo lo que había sido robado. Nos tomó 4 días poder ordenar todo y hacer un inventario. Por mientras, yo estaba muy curioso sobre que había pasado con la seguridad del lugar, me preguntaba cómo podía haber sido que los ladrones hayan estado casi una hora dentro de nuestra bodega sin que se dieran cuenta, por ende mientras mi socio y el jefe de operaciones hacían el inventario, yo fui a hablar con el dueño de las bodegas. El pobre dueño entendía la gravedad de lo que había pasado, yo lo conocía hace casi dos años que veníamos trabajando con sus bodegas. A penas me senté frente a él, me dice: “Ron, escucha, entiendo la gravedad del caso. Estoy al tanto de todo. Se que has estado averiguando la causa del robo, y créeme que yo también. Fue una negligencia del guardia en turno, se quedó dormido, nunca nos había pasado. Por favor te pido que hagas un inventario del robo, eso si necesito que me respalden cada ítem con la factura de compra, y yo me voy a encargar de que nuestro seguro general de toda la planta de bodegas les pague, llevamos 13 años con la compañía de seguros y nunca habíamos tenido que ocuparla, tu no te preocupes Ron, hazme por favor un inventario ordenado y me preocupo que te paguen toda la perdida, lo importante es que de acá no salga ninguna la palabra, te pido por favor que no se publique este suceso, puede peligrarnos todo el negocio”. Así me dice el dueño a mi, antes de que yo pueda decirle cualquier palabra. De todas formas, después de haber escuchado eso, yo le dije: “Mira, quédate tranquilo nadie se va a enterar de esto, lo que si, la verdad es que aun esta todo bastante desordenado, por ende aun no tenemos una noción clara de que falta y que no, danos un par de días y te mando la lista de lo que fue robado”.
Cuento corto Rabotay, llegamos a la lista exacta de las cosas que faltaban en nuestra bodega. Quiero decirles, que lo que se robaron los ladrones, al entrar justo a nuestra bodega dentro de las 300 bodegas que podían haber optado en aquel día, fue nada más y nada menos que justo los equipos que habíamos puesto en venta hace dos semanas por que no los ocupábamos más de una vez al mes, y que llevábamos dos semanas vendiéndolos sin haber recibido ningún llamado de interesados en comprarlos. Y como si fuera poco rabotay, y acá yo creo que se encuentra la revelación más clara, una vez que respaldamos todos los equipos que se robaron, y la empresa de seguros aprobó los artículos robados, aplicando la depreciación de mercado anual para calcular el monto final, el resultado que dio fue de $13.500.000 de pesos chilenos, lo cual en ese tiempo era exactamente $22.500 dolares, que es justo lo que nos faltaba para poder pagar el conteiner de China, y yo poder irme B”H tranquilo y a mi misión espiritual en Israel.
De un suceso que se vio como la sangre de uva, sangre la cual básicamente al ver el proceso de donde proviene se ve algo poco racional, proceso en el cual se espera que la uva se seque y luego se la pisotea con los pies, de un proceso asi salió un excelente vino de gusto y aroma, una salvación, una curación, la cual incluía un Master Plan para poder hacer que todo calce, y hacer que un proceso que debía tardar meses, tarde menos de una semana.
Esa es la berajá de Yaäkov Avinu a su hijo Yehudá, el padre de todos los reyes de Äm Israel, de los lideres más grandes de la historia, una berajá que esconde un mensaje digno de internalizar: “u´b´dam änavim sutó” (y en la sangre de uva “sutó”), es decir, en la sangre de uva se encontrará la curación. Todos estamos pasando y luchando por pruebas distintas en la vida, en cada lucha y prueba hay bajos y hay altos, lo que debemos tener presente siempre, y nunca olvidar, es que justamente en aquellos momentos que se ven bajos, se esconde toda la luz de salvación, y mientras más Emunáh y alegría ingresemos al enfrentar la prueba, más rápido se nos va a revelar el motivo tras el Master Plan de “Melej Maljé Ha´Melajim, Ha´Kadosh Baruj Hu”, solamente debemos saber tener paciencia.
Shabat Shalom U´M´Voraj.