PARASHAT VAYÉLEJ - YOM KIPUR 5782

El elemento de la Vergüenza

El elemento de la Vergüenza

Este Shabat que se nos aproxima, el cual es él ultimo Shabat antes de Yom Kipur, es conocido como Shabat Shuva, y la razón por la cual se le llama así es dado que en este Shabat leemos como Haftará unos versos del profeta Hosheä [14:2] que dice: “Shuva Israel äd H´ Elokeja ki jashalta ba´ävoneja” (Vuélvete Israel hacia H´ Elokeja dado que te tropezaste en tus pecados). Claramente este verso requiere explicación ¿Por qué? Dado que la palabra nijshalta (tropiezo) viene de la palabra mijshol (obstáculo), lo cual es muy curioso que el profeta haya utilizado el termino “nijshalta” al referirse a los pecados de la persona, mucho mas acorde hubiera sido si la Toráh hubiera utilizado un termino como “Shuva Israel äd H´ Elokeja ki garamta ävoneja” (Vuélvete Israel hacia H´ Elokeja dado que causaste tus pecados), u algo parecido, pero el termino mijshol (obstáculo) es algo que requiere análisis, y B”H de este análisis llegaremos a EL elemento que nos va a permitir tener el merito de realizar una mitzváh absolutamente primordial para todos nosotros, sobre todo en los días que nos encontramos, que es la Teshuváh.

Existe un Dayan muy conocido en Israel llamado HaRav Itzjak Zilbershtein, quien tiene un libro llamado “Älenu Leshabeaj”, y ahí cuenta una historia la cual es simplemente impactante. Cuenta que una vez, hace aproximadamente 30 años, él se encontraba en un vuelo, y le tocó sentarse al lado de un hombre, quien resultó también ser yehudí. ¿Cómo lo supo? Ya que este hombre traía consigo una libreta donde aparecía escrito su nombre, “Yejezkel Vinshtein”. En medio del vuelo, cuando llegó el momento en que iban a servir la comida, Rav Zilbershtein se dio cuenta que este hombre recibió una bandeja de comida que no era “Kasher”, por ende el Rav esperaba que este hombre llame a la azafata para decirle que se habían equivocado en su comida, sin embargo, el señor Vinshtein  se comió toda la comida que había ahí, incluyendo unas albóndigas de carne que claramente no eran “Kasher”. Rav Zilbershetin no conocía a este hombre, por lo que se inclino hacia atrás y espero que este hombre terminara de comer. Cuando el hombre terminó de comer, el Rav se dirigió hacia él y le dijo: “Perdóneme, no tengo intención de molestarlo ni mucho menos, pero ¿Puedo hacerle una consulta?”. “!Claro!” le dijo el hombre. “¿Usted sabe que tiene la opción de pedir anticipadamente comida “Kasher” en el vuelo?”. El hombre al escuchar esto, miro a Rav Zilbershtein con una mirada penetrante y le dijo: “Señor, yo no como Kasher. No como kasher ni en mi casa ni tampoco fuera de mi casa”. “¿Por qué? ¿Que tiene de malo comer kasher?” Le preguntó el Rav. A lo que el señor Vinshtein le contestó que él había dejado de cuidar mitzvot hace muchos años, y que no tenia ningún tipo de interés de tener la más mínima conexión con El Creador del Mundo, nada, su relación con se había terminado por completo, y no quería volver a escuchar Del Creador y sus comandos.

Rav Zilbershtein estaba impactado de lo que estaba escuchando, nunca le había tocado ver un odio tan en hombre hacia El Creador, y obviamente se le había despertado la curiosidad sobre que era lo que había generado dicha magnitud de odio. Por lo que procedió a preguntarle el motivo, y este hombre procedió a contarle. El señor Vinshtein abrió su historia diciendo “Él era mi hijo. Era todo lo que me quedaba. Lo más preciado que tenia”. ¿Qué sucedió? Contó el señor Vinshtein que toda su familia, tanto tu mujer como sus hijas, habían sido llevadas a campos de concentración y habían fallecido ahí, sin embargo, él, junto con su hijo de 11 años Menajem, habían logrado escaparse de la ciudad, y de esta forma habían evitado ser llevados a un campo de concentración, a pesar de que los Nazis habían logrado llegar a la ciudad donde él vivía. Él. Junto con su hijo Menajem, y junto con otros yehudim que también habían logrado escapar, lograron migrar hacia una ciudad cercana donde muchos otros yehudim también habian escapado hacia esa ciudad y se encontraban refugiados en un granero que había sido amablemente ofrecido por un hombre de aquella ciudad. Cuento corto, un día mientras se se encontraban todos refugiados, escucharon voces de alemanes fuera del granero, e inmediatamente se dieron cuenta que se trataba de una tropa Nazi. Al parecer se habían dado cuenta de quienes se escondían ahí dentro, por lo que rodearon el granero y lo encendieron con fuego para quemarlo junto con todos los que estaban adentro. Al percatarse de esto, todos los que se encontraban adentro comenzaron a correr para tratar de escaparse, entre ellos también el señor Vinshtein y su hijo Menajem. Sin embargo, fue ahí que sucedió el desastre, le dice el señor Vinshtein al Rav, ya que fue ahí que de repente en un abrir y cerrar de ojos, entre todo el caos que había ahí y toda la gente que estaba corriendo para salvar su vida, su hijo Menajem se le perdió de vista. Miró hacia un lado y hacia el otro buscándolo, pero no logró verlo, y el sabia quedarse parado ahí o volver hacia atrás era prácticamente suicidarse, dado que los Nazis estaban disparando a todo lo que se movía.

El señor Vinshtein siguió contando lo sucedido, y le dice al Rav que al momento en que llegaron a un lugar seguro, él comenzó a preguntarle al restos de los hombres que también habían logrado escapar si acaso alguien había visto donde se había ido su hijo Menajem, y fue ahí que escucho la noticia más penosa que le había tocado escuchar en su vida,  uno de los hombres que también había logrado escapar, le reportó la penosa noticia que él había visto como un general Nazi había logrado capturar a su hijo y le había disparado directo en la cabeza.

El señor Vinshtein mientras le contaba esto a Rav Zilbershtein, con lagrimas en los ojos, continuó y con una vez de enojo le dijo: “HaKadosh Baruj Hu me quito todo, absolutamente todo. Él sabia que mi querido hijo era lo único que me quedaba en la vida, e igual así me lo quitó. Es por esto que desde ese momento en adelante, todo lo que diga El Creador, yo hago exactamente lo contrario. No tengo el más mínimo interés de cuidar ningún de sus preceptos y comandos. Mi relación con Él se acabo para siempre. Él me abandonó cuando yo más lo necesitaba, y eso no se lo voy a perdonar nunca”.

Rav Zilbershtein cuenta que al escuchar esta historia, y ver el profundo dolor que sentía este pobre hombre, no pudo evitar comenzar a llorar junto con él. Quedó tan impactado, que no pudo hablar ninguna palabra en las seis horas de vuelo que les quedaban. Aterrizaron en Huston, y cada uno siguió por su propio camino. Rav Zilbershtein estaba seguro que nunca más volvería a ver al señor Vinshtein.

Transcurrieron cuatro años, y llegó el día de Yom Ha´Kipurim. Todos los años, en el día de Yom Kipur, se lleva a cabo un famoso minian en el hotel King David, uno de los hoteles más lujosos que hay en la ciudad de Yerushalaim. Para este minian vienen personas de todas partes del mundo, y se acostumbra traer a los mejores jazanim del mundo para que lideren el rezo de la congregación. Aquel año habían invitado a Rav Zilbershtein para que sea parte del minian y pueda dar la famosa Derashá que se acostumbra dar antes de “Shaät Ha´Neiláh”, lo cual son los últimos momentos antes de la finalización de Yom Kipur. Cuento corto, cuenta Rav Zilbershtein que en medio del día de Yom Kipur, decidió salir de la Sinagoga para tomar un poco de aire fresco de Yerushalaim, antes de ingresar en la ultima sección del día, y fue ahí, que para su gran sorpresa, vio a un hombre sentado en un banco fumando un cigarro en medio de Yom Kipur, en el día más santo del año. El Rav estaba impactado, no entendía como un Yehudí podía decidir fumarse un cigarro en medio del día más importante del año.

Rav Zilbershtein se acercó un poco más para ver el hombre, y fue ahí que casi se cae de espalda. El hombre que estaba sentado en medio de Yerushalaim fumando un cigarro en medio de Yom Kipur era nada más y nada menos que el señor Vinshtein. El Rav inmediatamente entendió que desde el Cielo le habían dado una segunda oportunidad de oro, por lo que se acercó al señor Vinshtein y le dijo: “!Amigo mío! Claramente no es coincidencia que nos hayamos vuelto a encontrar. ¿Sabes que es Yom Kipur hoy, cierto? Bueno, para que sepas, dentro de poco se va a realizar en la Sinagoga donde estoy rezando el famoso rezo de “Izkor”, para recordar el nombre de los fallecidos. Te propongo algo, ¿Por qué no vienes conmigo y así recordamos el nombre de tu hijo Menajem querido quien falleció por “Kidush H´” y hacemos un rezo para elevar su alma? Esta puede ser la única oportunidad que tengas de recordar el nombre de tu querido hijo y hacer algo por el bien de su alma. ¿No crees que llegó el momento en que dejes todo de lado, y vayas a recordar el nombre de tu hijo?” Al escuchar esto, el señor Vinshtein no pudo evitar comenzar a llorar, él sabia que durante todos estos años no había hecho nada para la elevación del alma de su hijo, por lo que fue y le dijo al Rav: “Sabes qué, tienes razón, es una vergüenza que no sea capas siquiera de hacer algo por mi querido hijo fallecido, vamos, te acompaño a la Sinagoga”. El Rav, lleno de alegría, lo abrazo fuerte, y lo llevó consigo a la Sinagoga para que le entregue el nombre de su hijo al Jazan y este pueda hacer el rezo de “Izkor” por su alma.

Llegaron a la Sinagoga, y el señor Vinshtein lo primero que hizo fue acercarse al Jazan para decirle el nombre de su hijo, por lo que fue y le dijo: “Por favor, ¿Puedes recordar el nombre de mi hijo querido fallecido?”. A lo que el Jazan le dijo: “Claro que si, dime por favor su nombre y el nombre del padre”. Su nombre es “Menajem ben Yejezkel”….. El Jazan, curiosamente se congeló por un segundo, y le dijo “¿ben Yejezkel que? ¿Cuál es el apellido?” (Esto es algo bastante raro, dado que nunca se pide el apellido de la persona sino que solamente se dice el nombre del hijo y el nombre del padre, sin incluir el apellido). Sin embargo el Jazan insistió, se veía un poco nervioso, y le volvió a preguntar: “Señor, me puede decir por favor, ¿Menajem ben Yejzkel que? ¿Cuál es el apellido?”. Nadie entendía que era lo que estaba pasando. Sin embargo el señor Vinshtein procedió y le dijo: “Mi hijo se llamaba Menajem ben Yejezkel Vinshtein”.

Hubo un breve silencio, y de repente se escucha como el Jazan le dice al señor Vinshtein: “!Aba! (¡Padre!) ¡Llevo años buscándote! ¡Pensé que te había perdido para siempre!” Toda la Sinagoga, mientras veían esta escena, comenzaron a llorar inmediatamente, el Rav Zilbershtein no podía creer lo que estaba pasando, no podía creer como el simple hecho de que un Yehudí haya tomado la iniciativa de dar un pequeño paso en contra de su voluntad para acercarse a simplemente producto de la vergüenza, le haya traído una recompensa de tal magnitud como la que había recibido el señor Vinshtein, de volver a encontrarse con su amado hijo después de más de 30 años de ausencia.

Rabotay, esta historia es muy potente, pero creo que el mensaje que se esconde acá es aun más potente. Si volvemos al verso con el cual comienza la Haftaráh, el cual dice: Shuva Israel äd H´ Elokeja ki jashalta ba´ävoneja (Vuélvete Israel hasta H´ Elokeja dado que te tropezaste en tus pecados). Veremos que en realidad el hecho que la Toráh haya utilizado el termino “jashalta ba´ävoneja” (te tropezaste en tus pecados), a pesar de que sea curioso el termino utilizado (dado que significa en otras palabras que el pecado ya existía y nosotros técnicamente solamente nos tropezamos en él), en realidad, viene a decirnos un elemento primordial a la hora de querer hacer Teshuváh. Rav Avraham Blickshtein [Rosh Kolel Mevaser Israel] explico en su derashá previa a Yom Kipur que la clave del porque nos cuesta hacer Teshuváh se encuentra escondida dentro de la misma palabra. Es decir, si nos fijamos bien, las primeras dos palabras de nuestra Haftaráh son “Shuva Israel” (vuélvete Israel), lo cual la palabra “shuva”, interesantemente esta compuesta por exactamente las mismas letras que la palabra “bushá” (vergüenza). ¿Por qué? Para explicarnos, tal como lo trae Rabenu Yonáh en Ïkaré Ha´Teshuváh, que en realidad, la raíz de porque no logramos hacer Teshuvá y dejar nuestras malas costumbres, es simplemente por el hecho de que aun nos falta adquirir el valioso elemento de la vergüenza, la vergüenza de entender Quien es el Creador, la vergüenza de entender cuanto nos entrega El Creador Bendito Sea cada día y cada momento de nuestras vidas, el elemento de profundizar y entender que todo lo que tenemos, y que el simple hecho de poder seguir respirando, es solamente y netamente gracias a Él. Pero desgraciadamente, igual así, muchas veces por falta de vergüenza, vamos en contra de Su Voluntad y hacemos cosas que no están alineadas con lo que Él desea y espera de nosotros que somos sus hijos.

Esto explica por que el profeta utilizo el termino jashalta ba´ävoneja (te tropezaste en tus pecados), ya que el pecado es una opción que siempre existe, y de la misma forma que en la vida hay infinitos obstáculos, asi también en la vida hay infinitas oportunidades de hacer cosas que no son correctas, , sin embargo, lo que de verdad determina si es que vamos a tropezarnos en el pecado o no, es el nivel de vergüenza que podamos llegar a tener, es decir, cuanto seamos capaces de entender que H´ Itbaraj esta ahí mirándonos, ya que quien logra de verdad entenderlo, con seguridad también logrará sentir vergüenza y no caerá en el pecado, al igual que lo vimos con Yosef Ha´Tzadik, quien por el hecho de que se le presentó la imagen de su padre cuando estuvo a punto de caer en el pecado con la esposa de Potifar, logró sentir la vergüenza suficiente como para escaparse de ahí y no caer en el pecado.

La guemará en Masejet Yevamot [78] trae lo siguiente: “Sheloshá simanim yesh ba´umáh zuh” (tres signos existen que simbolizan al pueblo de Israel) Ha´Rajmanim, ha´Baishanim, ve´ha´gomlé Jasadim (la misericordia, la vergüenza y los actos de bondad). Es decir, vemos de aquí, que la vergüenza es un factor el cual sin duda debemos trabajarlo en nuestra vida para poder adquirirlo, esta demás mencionar que una persona la cual es sin vergüenza, inevitablemente va a atentar en contra de las personas que lo rodean, pero lo peor de todo, es que una persona así, una persona la cual no tiene vergüenza, no solamente es propensa a cometer pecados, sino que también no tiene posibilidad de hacer Teshuváh, y eso es una pena, dado que ese es el motivo por el cual fue creado el hombre y el mundo, para que nos acerquemos Al Creador volviendo en Teshuváh.

Yehi Ratzon , que tengamos el merito que gracias a los increíbles dos días de Rosh Ha´Shanah que vivimos esta semana, seamos capaces de Coronar Al Rey Único, y entender que coronarlo significa internalizar a que nivel Él se encuentra en nuestro diario vivir, y así poder, B”H, adquirir un poco de esta cualidad de la vergüenza, la cual nos permitirá hacer Teshuváh Shelemáh antes de Yom Kippur y ser firmados en el libro de la vida.

Shabat Shalom y Gmar Jatimá Továh.