PARASHAT MISHPATIM 5781

La sensibilidad emocional que tiene la Toráh con el ladrón

La sensibilidad emocional que tiene la Toráh con el ladrón

En Parashat Mishpatim, la Torah nos trae cincuenta y tres mitzvot, entre ellas hay veintitrés mitzvot “Äseh” (mitzvot positivas), y treinta mitzvot “Lo Taäseh” (mitzvot negativas). Entre las mitzvot que la Toráh nos trae aparece el caso de un hombre que robó un toro o un cabrito, diciendo [Shemot 21:37]: “Ki ignov ish shor o séh u´t´vajó o mejaró” (Si es que un hombre robó un toro o un cabrito y lo sacrificó o lo vendió) “jamishá bakar yeshalem tajat ha´shor ve´arbaä tzon tajat ha´séh” (pagará cinco veces el valor del toro robado y cuatro veces el valor del cabrito robado). Es decir viene la Toráh y nos dice que si un hombre robó un toro o un cabrito y luego vendió o sacrificó el animal de tal forma que ya no tiene forma de devolverlo, resulta que si se trata de un toro deberá pagar cinco veces el valor y en caso de ser un cabrito deberá pagar cuatro veces el valor.

Claramente hay algo bastante curioso sobre todo esto, ¿Qué diferencia hay entre la ley del toro y la ley del cabrito? Es más, si es que debiera haber una diferencia entre el toro y el cabrito, lo más lógico hubiera sido que la Toráh haya exigido al ladrón pagar menos veces el valor del toro que el valor del cabrito ¿Por qué? Ya que el toro es un animal de valor elevado, por ende en ese caso debiera haber exigido la Toráh que el ladrón pague cuatro veces su valor, en cambio en el caso del cabrito el cual es un animal de menor valor, ahí la Toráh debiera haber exigido del ladrón que pague cinco veces su valor. Sin embargo, la Toráh no decretó así, sino que al revés, es decir por el toro se debe pagar cinco veces su valor y por el cabrito solamente cuatro veces, y la pregunta que deseamos analizar es ¿Por qué?

En realidad, esta pregunta ya fue preguntada por la Guemará en masejet Baba Kama [79b]. La Guemará dice lo siguiente: “Amar Raban Yojanan ben Zakai” (dijo Raban Yojanan ben Zakai) “bo u´ree kama gadol kevod ha´beriot” (ven a ver que tan importante es el honor de las personas) “shor she´halaj be´raglav – jamishá, séh she´hirkivó äl ketefó – arbaä” (por el toro que lo pudo llevar caminando – paga cinco veces el ladrón, pero por el cabrito que lo cargo en su hombro – paga cuatro veces).

Es decir, por el hecho de que el ladrón no podía llevar el toro sobre su hombro, resulta que al robarlo se lo llevó caminando, lógicamente sin cargarlo sobre su hombro. En cambio el caso del cabrito es distinto, dado que el cabrito no lo llevó caminando, sino que se lo cargó sobre su propio hombro durante todo el camino. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que para robar el cabrito el ladrón se expuso a una vergüenza y a un cansancio mayor a que cuando robó el toro. Esto es lo que nos viene a decir Raban Yojanan ben Zakay, que la razón por la cual la Toráh exigió que el ladrón pague menos veces por el cabrito que por el toro, es en otras palabras dado que la Toráh tuvo en consideración la vergüenza que tuvo que pasar el ladrón al robar el cabrito, y producto de esta vergüenza decidió la Toráh disminuir su pago, a diferencia del caso del toro donde tiene que pagar cinco veces el valor – ya que no lo tuvo que cargar sobre su hombro teniendo que pasar una vergüenza.

Dice Rabi Israel Salanter, que de este hecho podemos aprender algo sumamente ético para nuestro día a día. Ya que si nos fijamos bien, este ladrón del cual esta hablando la Toráh, es una persona sumamente baja e incorrecta la cual con toda persona diría que es merecedor de cualquier tipo denigración por el acto de robar. Es más, el acto de robar lo hizo con absoluto consentimiento, por ende si es que su acto le causó vergüenza y aflicción – él es el único responsable de ello y quien debe pagar la cuenta de todo lo que involucra su acción. Sin embargo, ¿Qué vemos? Vemos que a pesar de todo esto, a pesar de que se trata de un ladrón quien merece asumir todas las sanciones habidas por haber, igual así viene la Toráh y toma en consideración su vergüenza. Por ende, si es que la Toráh es capas de tomar en consideración la aflicción y vergüenza de un ladrón, con cuanta mayor razón nosotros debemos tener absoluto cuidado cuando se trata de la vergüenza y la aflicción de personas buenas y rectas, con cuanta mayor razón debemos saber aplicar la sensibilidad emocional necesaria para evitar generar cualquier tipo de aflicción y vergüenza.

En general, cada uno de nosotros no es alguien sospechoso de tener la intención de afligir o avergonzar a su prójimo, por lo que con seguridad no se refirió a este caso Rabi Israel Salanter. Sin embargo, si es que igual así vino Rabi Israel Salanter y nos advirtió sobre no causar aflicción y vergüenza a nuestro prójimo, debe ser que se esta refiriendo a otro tipo de caso, se debe estar refiriendo a aquellos casos donde sin querer somos propensos a causar mucho sufrimiento a nuestro prójimo. Muchas veces sin darnos cuenta siquiera.

Traeremos un ejemplo que algunas veces sucede dentro de los grupos de amigos. Un Kolel es un lugar de estudio de Toráh para hombres que ya se casaron y dejaron la Yeshivá donde estudiaban. Sucede a menudo que un grupo de amigos se sientan a comer juntos en el kolel a la hora de almuerzo, y cada uno comienza a hablar de la vida cotidiana suya. De forma natural, cada uno empieza a contar anécdotas que le sucedió con su mujer, o también con sus hijos, etc. ¿Cuál es el problema con esto? Algunas veces hay bajurim (hombres solteros) que por el hecho de que ya llevan mucho tiempo tratando de encontrar su shiduj, pasan a considerarse como los “viejos” de la Yeshivá y por ende dejan la yeshivá y se reciben en un “kolel” hasta que se casan B”H. Resulta, que algunas veces sin querer, durante la reunión de almuerzo los amigos comienzan a hablar de su hermosa vida casados, y de las anécdotas que han tenido en pareja, o con sus hijos, etc, y no se dan cuenta que entre los amigos que están presentes escuchando se encuentra un joven quien lleva 5 años tratando de encontrar a su mujer y aun no lo ha logrado, un joven el cual probablemente la mayoría de los pensamientos que tiene en el día y los temas de conversación en su vida rondan alrededor de esta astilla que tiene clavada en su hombro sobre “¿Cuándo voy poder encontrar a la mujer de mi vida y casarme?”, y mientras este pobre joven escucha como todos los amigos cuentan sus anécdotas de pareja y de familia, ¿Qué creen que le pasa? Lo único que logra es afligirse aun mas y sentir vergüenza de sí mismo al no tener nada que contar a sus amigos por aun no estar casado y haber podido formar una familia.

Nadie sospecha de que aquellos amigos hayan querido afligir o avergonzar a este pobre joven a propósito Jas Ve´Shalom. Entonces ¿Cuál es el problema? El problema acá es una sola cosa: “falta de sensibilidad emocional”. Cuando Rabi Israel Salanter viene y nos dice que debemos aprender una lección ética de lo que nos dijo Raban Yojanan ben Zakai sobre la consideración que tuvo la Toráh respecto a la aflicción y la vergüenza del ladrón, su intención fue decirnos que eso es lo que nosotros debemos agrandar dentro de nosotros la sensibilidad emocional sobre lo que sucede a nuestro alrededor. Estar muy despiertos, con todos los sentidos activados para detectar la sensibilidad de nuestro prójimo, para que así no vayamos a tropezar Jas Ve´Shalom con pasar a llevar alguien a nuestro alrededor.

Hace un par de años falleció un gabay de una de las Sinagoga más antiguas y lindas que hay en Tzfat. Este hombre era conocido por la tasa de Té que le servía después del rezo matutino de shajarit a todos los que participaron de la tefiláh mientras ordenaban los tefilin y el talit y también para aquellos que se quedaban a estudiar ahí. Sin embargo, había algo muy curioso con la forma en que servía el Té. Todos se habían dado cuenta que envés de servir la tasa de té hasta arriba, servía ¾ de la tasa para cada uno. Así se condujo durante años, sirviendo cada mañana ¾ de tasa de su exquisito té a cada uno de los participantes del rezo. Pasaron los años y llegó el día en que este fiel gabay tuvo que dejar este mundo. Cuando falleció el querido hombre, todos se preguntaban ¿Quién iba a llenar su puesto? Por lo que el hijo mayor del Gabay decidió continuar el gran proyecto de su padre y tomó el puesto de gabay  de la Sinagoga para continuar haciendo la labor que su padre hacia con tanta dedicación. Sin embargo, el hijo decidió modificar algo pequeño en la Sinagoga. ¿Qué quiso modificar? El hijo se había dado cuenta que la gente hablaba de que su padre era un poco tacaño con su té y por eso no le servía a nadie la tasa llena, por lo que el hijo quiso cambiar eso y decidió que desde el día uno en el que él sea gabay iba a servirle a todos la tasa llena hasta arriba.

Llegó el primer día de trabajo para el hijo – y como de costumbre al final del rezo el hijo se dirigió a servir las tasas de té para el publico presente. Tal como lo había prometido, comenzó a servirle a todos la tasa hasta arriba. Claramente todos estaban sorprendidos del cambio. Sin embargo, había un grupo de hombres en la Sinagoga quienes no les había acomodado mucho el cambio de servir la tasa de té hasta arriba. ¿Quiénes? Había un grupo de hombres mayores de edad, quienes durante más de 40 años se sentaban todas las mañanas en aquella Sinagoga después del rezo a estudiar una hoja de Guemará antes de que cada uno vaya a hacer sus cosas. El promedio de edad de aquel grupo de hombres era sobre ochenta años, y producto de la edad habían unos cuantos de ellos que no tenían muy buen pulso. Cuando el hijo del gabay vino a servirles la tasa de té a este grupo de hombres y cada uno sacó la tasa de la bandeja, se dio cuenta de lo que había causado. Se dio cuenta que producto de que las tasas de té estaban llenas hasta arriba, sin querer causó que unos cuantos de ellos se quemen las manos intentando sacar la tasa de la bandeja sin que se les chorreara la tasa.

Rabotay, el hijo no podía creer lo que veía. Después de tantos años al lado de su padre, finalmente el hijo logró entender una duda que venia cargando consigo durante años y no se había sentido cómodo de preguntarle a su padre, la inquietud de no entender porque su padre le servía a toda la sinagoga solamente ¾ de la tasa de té y no la tasa completa, a pesar de que sabia que todos decían que era un tacaño. Fue en aquel día que el hijo finalmente entendió que todos estos años que su padre había evitado servir la tasa llena en la Sinagoga, había sido solamente por un motivo, un motivo extremadamente sensible, lo había hecho para no avergonzar al grupo de ancianos que se encontraban presentes cada mañana en la Sinagoga, a sabiendas que si es que solamente a ellos les servía la tasa ¾ y al resto de la sinagoga les servía la tasa completa, era propenso a causar que los ancianos se avergüencen al entender que la razón por la cual el gabay les servía solamente ¾ de tasa a ellos – era porque no tenían muy buen pulso y se les iba a caer el té, pero en cambio al servirle a toda la Sinagoga la misma cantidad de té llenando solamente ¾ de la tasa, lo que estaba haciendo era camuflando la discapacidad de los ancianos y evitando que vayan a sentir cualquier tipo de aflicción o vergüenza, a pesar de que hacer esto podría significar que la gente piense que él es un hombre tacaño.

Fue en ese día que el hijo entendió el nivel de sensibilidad emocional que tenia su padre. Y desde ese día en adelante, el hijo continuo sirviendo la tasa de té, solamente que ya no la llenaba hasta arriba, la llenaba solamente ¾ tal como su padre querido venia haciéndolo durante años.

Hay un verso en el libro de Iyov [35:11] que dice “malefenu mi´bahamot aretz, u´me´öf ha´shamaym yejakemenu” (¿Quién nos enseña más que las bestias sobre la tierra, y quien nos convierte en más sabios que las aves del cielo?), sobre este verso nuestros sabios nos explican que Ha´Kadosh Baruj Hu inculcó en cada especie de la creación ciertas cualidades de las cuales nosotros como seres humanos podemos aprender mucho de ello, sobre todo en la parte ética.

Me gustaría mostrarles algo muy interesante, que tiene relación con el tema que hablamos hoy. ¿Ven esta jauría de lobos? Si nos fijamos bien hay un grupo de lobos que claramente va más adelante que todo el resto del grupo y hay otro grupo de lobos el cual claramente va más atrás que el resto del grupo, en especial el ultimo que se encuentra totalmente rezagado. Al ver esta foto, lo primero que se nos viene a la mente es que seguramente el grupo de lobos que se encuentra en la parte frontal del grupo son los machos alfa de la jauría, son los machos más fuertes quienes lideran todo el grupo, y en cambio aquel grupo de lobos que va en la parte trasera de la jauría seguramente son los lobos ancianos que se van quedando rezagados al no poder llevar el ritmo del grupo.

Sin embargo, es exactamente al revés. Los lobos poseen un sentido de comunidad muy elevado. Ellos saben que caminar por la nieve no es algo fácil, y puede convertirse en algo peligroso. Por ende, los lobos con su sabiduría y sensibilidad lograron detectar que el hecho poner a los machos alfa en la parte frontal del grupo y que ellos lleven el ritmo de todo el grupo, en realidad no es una buena opción, ya que significa causar que los más ancianos queden en la parte trasera del grupo quedando rezagados tras todo el grupo al no poder llevar el ritmo de los machos alfa, y esto significaría causarles sufrimiento y también ponerlos en peligro que los ataquen y nadie se de cuenta. Por ende ¿Qué hace la jauría? Hace todo lo contrario. Pone en la parte frontal a los lobos ancianos para que ellos determinen el ritmo de toda la jauría, y los machos alfa se quedan en la parte trasera cuidando toda la manada. ¿Y ven ese ultimo lobo que va más atrás que todos? Ese es el líder de la manada, el macho más fuerte de todos, quien se mantiene alejado en la parte trasera de la manda, siempre alerta controlando que todo este en orden durante el camino. Vemos de acá como incluso en la naturaleza existe la sensibilidad emocional de ver más allá para no pasar a llevar a mi compañero.

Muchas veces, el poder aumentar nuestra sensibilidad emocional respecto a lo que nos rodea depende de una sola cosa. Depende de que hagamos un pequeño esfuerzo para poner más atención en lo que nos rodea.                                                                                                               

Yehi Ratzón, que nos de el merito de crecer en nuestra sensibilidad emocional, y pronto todo el pueblo este unido para poder traer a Mashiaj Tzidkenu Bi´Meherá be´Yamenu. Amen.

Shabat Shalom U´m´voraj,